Manada de elefantes albinos fueron construidos en el gobierno de la revolución ciudadana, grandes hospitales públicos con más de 600 camas que no están siendo utilizadas al 100 % en su totalidad, por déficit de profesionales sanitarios, médicos, enfermeros, tecnólogos; escasez de insumos médicos y equipos de diagnóstico que muchos están embodegados.

El problema de fondo con la operatividad de hospitales públicos es la ineficiencia e ineficacia de ciertas gerencias, direcciones, servidores públicos puestos sin meritocracia y experiencia, sumado al trabajo solo de 8 horas de lunes a viernes, con consultas externas de especialidades y cirugías programadas de tercer nivel, después de las 17:00. Estas grandes moles pasan a ser subcentros de salud solo para atención primaria. Hospitales públicos que costaron mucho dinero en su construcción, cuya utilidad es escasa a los pacientes, sus costos son mayores que los beneficios que aportan, ocasionando más problemas económicos para mantenerlos operativos las 24 horas. Debe optimizarse sus funcionamientos para que trabajen todo el día en tres turnos presenciales de 8 horas; las cirugías de alta complejidad represadas se reprogramen en diferentes horarios; y las consultas con especialista retardadas, reprogramarlas con base en la urgencia que necesitan las interconsultas a los especialistas. En todos estos hospitales de tercer nivel deberían implementar las cirugías robóticas y los trasplantes de órganos. En el siglo XXI el indicador anacrónico de camas por mil habitantes, para hablar de calidad sanitaria, ya no tiene sentido. Hoy los grandes hospitales de más de 600 camas no son sinónimos de buena calidad de salud. En pandemia, la atención primaria de salud o atención sanitaria de primer nivel es clave para descongestionar los hospitales de mayor nivel. (O)

Jaime Galo Benites Solís, clínico intensivista, Guayaquil