Desde que terminó el invierno que se extendió de enero hasta mediados de junio hemos experimentando contundentes bajas de temperatura con noches y madrugadas heladas asemejándose a las condiciones climáticas de la Sierra que oscilan entre los 27 ºC descendiendo hasta los 22 ºC. Incluso durante el día muchos guayaquileños perciben una sensación térmica aún más baja de lo habitual.
Este fenómeno climático se debe en gran medida a factores como humedad, viento y cobertura nubosa que reducen la percepción real del calor. De tal manera que en la quincena de julio y principios de agosto se han reportado temperaturas mínimas que llegan a 16 ºC, lo cual resulta alarmante para estas épocas del año en comparación con años anteriores. Cabe mencionar que el frío no causa directamente resfriados o gripe, pero sí puede debilitar las defensas influyendo en la función inmunitaria de los seres humanos, lo que podría favorecer a infecciones virales y respiratorias.
Está claro que el frío puede también afectar nuestro estado de ánimo y salud mental, lo que se traduce en relacionar el frío y el calor a una condición física y emocional. En donde las sensaciones físicas de calor se asocian a sensaciones de apego y seguridad, mientras que el frío se asocia a sensaciones de inseguridad. Es importante decir que nuestro inconsciente establece una marcada conexión entre el calor físico como sostener una taza de café caliente o viceversa cuando tenemos frío sostenemos algo frío como un café helado debería aumentar nuestra sensación de frialdad social y distancia hacia los demás.
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Quién podría imaginarse que sostener una taza de café fría o caliente podría afectar considerablemente nuestro estado de ánimo y lo que sentimos acerca de una persona a la que acabamos de conocer. Por tal motivo existe una relación directa entre las bajas temperaturas y el aumento de la tristeza y depresión en personas que viven en países nórdicos de latitudes altas. De tal manera se ha considerado que estas personas pueden haber desarrollado lo que llamamos el trastorno afectivo estacional que se trata de un trastorno del estado de ánimo que incluye la presencia de ciertos síntomas propios de la depresión como falta de energía, desesperanza, sentimientos de tristeza, problemas del sueño y pérdida de apetito.
Nosotros en Guayaquil estamos acostumbrados a la exposición solar que estimula la síntesis de serotonina y vitamina D, dos componentes clave en la regulación del ánimo y la energía. Por esto que cuando los días se vuelven grises y la radiación solar disminuye algunas personas podemos experimentar mayor cansancio, irritabilidad, apatía o mayor necesidad de dormir por el simple cambio atmosférico. El frío actúa como un catalizador emocional: puede inhibir los deseos de los seres humanos de realizar cualquier actividad ligada a la falta de sol o cambio de rutina. Como recomendación para sobrellevar mejor estos días fríos y nublados en Guayaquil es importante salir abrigados de nuestras casas y mantener rutinas que ayuden a equilibrar el estado de ánimo como salir a caminar, realizar actividad física al aire libre y aprovechar las horas de mayor claridad del día. (O)
Julián Barragán Rovira, máster Negocios Internacionales, Guayaquil