Muy pocos seres humanos, con poco o mucho dinero en cuentas bancarias, pueden despedirse de este mundo teniendo la satisfacción de haber compartido muchos años de fidelidad con seres queridos a su lado, sin que se hayan sentido presionadas por demandas que no han podido cumplirse.
Esos acompañantes que dieron –cada día– expresiones no cuantificables de felicidad son los que se fueron en silencio, sin reclamar nada, sin pedir nada, sin aferrarse a seguir viviendo, comprendiendo que ese era el día que dejarían de ver el sol que alumbra y abriga, como el abrazo que se recibe y el pan que alimenta.
Así lo ha comprendido el británico campeón mundial de automovilismo Hamilton Lewis, al ver partir a su fiel amigo de 12 años, su bulldog llamado Roscoe, la mascota que lo acompañó tanto en su hogar como en las instalaciones deportivas donde competía en bólidos de 300 kilómetros por hora de velocidad, exponiendo su vida en cada curva de la pista.
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La mayor satisfacción de Lewis, después de ganar cada carrera, no eran los trofeos ni las jugosas recompensas económicas que recibía, su más valioso premio era abrazar a su mascota, que más que su amigo fiel era su amuleto de buena suerte.
Yo también puedo recordar a DJ, el amigo fiel y cariñoso que con sus vivaces ojos celeste y plomo se convirtió en el preferido de la familia, por 12 años, que no solo era el guardián del hogar, sino el portaestandarte de una raza especial que daba cariño y felicidad a raudales.
Así también fue Pipo, el campeón indiscutible de toda competencia, propiedad de familiares cercanos que gozaron de su histrionismo y versatilidad, orgullo para sus protectores que aún hasta ahora no pueden superar su pérdida.
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Enhorabuena para quienes, desde diversas instancias comunitarias, luchan por la supervivencia de las mascotas que alegran los hogares y se constituyen en los más fieles amigos, muy diferentes de aquellos que carecen de empatía y prefieren las luchas callejeras; los que detentan el poder económico o político, para imponerse o perjudicar a los más débiles. (O)
Francisco Medina Manrique, periodista, Guayaquil