La corrupción de políticos y de malos ciudadanos ha dado lugar al estado de violencia, delincuencia, depravación, terrorismo, narcotráfico, inseguridad para invertir, trabajar, vivir, hacer turismo.

Los mismos que hundieron el país quieren seguir desangrándolo, se acusan entre bandos de ser culpables de la debacle del Estado, se rasgan el pecho como redentores, falsos analistas de soluciones mágicas para salvar al país. Todos son lo mismo, todos han traicionado a la patria. El pueblo debe unirse; las familias, padres, hijos, abuelos, tomar el escudo de armas de los principios éticos, humanos, en las casas, combatir la corrupción. No esperar nada de la política corrupta, sino de la educación con valores y la fe cristiana en Jesús, Dios y la Virgen María en el nido del hogar. (O)

Joselo Pacheco, 26 años, Guayaquil