La erosión regresiva del río Coca tuvo un avance sostenido durante los dos primeros años luego del colapso de la cascada de San Rafael (CSR), en febrero de 2020, diferente a lo acontecido en los últimos tres años, en que entró en una fase de menor agresividad, situación que puede ser notada observando el avance del perfil de socavación, que de momento se encuentra a 3,2 km de la obra de captación del proyecto Coca Codo Sinclair (CCS), información oficial que se ha hecho conocer días atrás por parte de la institución encargada de monitorear este fenómeno natural y que tuvo como detalle adicional el conocer, formalmente, que en el año 2023 se terminó de construir una estructura subterránea de 279 pilotes, ubicada a 1,2 km de la mencionada estructura de captación.

No se conocen mayores detalles técnicos de dicha estructura, pero, sin duda alguna, es una solución efectiva para contrarrestar procesos de erosión regresiva, que, más allá de los acontecimientos de los últimos meses, es evidente que el problema principal está en declive y solo sujeto a eventualidades como resultado de grandes crecientes, como las ocurridas durante el mes de julio pasado, en cuyo ámbito las obras referidas, junto al dique seco aún no terminado, tendrán un efecto importante, siempre y cuando se logre culminar antes de que llegue el próximo periodo de lluvias y la erosión no alcance sus cimientos, como parece ser, así ocurrirá. Sin embargo, llama profundamente la atención la falta de socialización de la estructura terminada en el 2023, lo cual solo se puede entender por la imposibilidad de garantizar una solución práctica de ingeniería que detenga por completo la erosión regresiva resultado de un proceso geológico episódico que es raro a esta escala.

Dicho esto, es indudable que la erosión regresiva, en términos prácticos, ha llegado a definir su pendiente de equilibrio relativo; es decir, el río Coca ha encontrado su nuevo equilibrio dinámico con grados de estabilidad durante el estiaje y de erosión controlable o normal en épocas de grandes caudales, sin que se visualice alguna eventualidad que pueda modificar la relativa estabilidad que se tiene por el momento. Por ahora, sin descuidar la estructura de captación de CCS, la mayor preocupación radica en el SOTE, que estará sometido a la erosión debido a las grandes descargas de los afluentes que entran al río Coca por la margen izquierda, que han paralizado muchas veces dicha infraestructura.

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Ha llegado el momento de actuar con mayor responsabilidad y tino toda vez que, en adelante, el río Coca estará sometido a eventos de flujo y erosión de magnitudes controlables y, como suele ocurrir siempre, nada se puede solucionar si es que no volcamos los esfuerzos gubernamentales para poder salvar una infraestructura de la que depende la economía del país. Por ahora, quedan de lado los problemas técnicos de Coca Codo Sinclair, cuya solución está encaminada para que los constructores se hagan cargo de arreglarlos. (O)

Jacinto Rivero Solórzano, ingeniero civil, Guayaquil