Desde las máximas autoridades hasta el servidor de menor jerarquía en la administración pública deben ser honestos y competentes para ejercer sus cargos. Cuando elegimos autoridades sin valores éticos y carentes de competencias, es casi seguro que los servidores que estos designen tendrán similares falencias.

Los resultados de este error ciudadano en el ejercicio del voto permiten la organización de mafias que trabajan coordinadas para emitir leyes permisivas de la corrupción; inventar emergencias que originan contrataciones públicas que se convierten en atracos de los recursos públicos; asegurar falta de independencia y profesionalismo de los servidores de los organismos de control y de la administración de justicia, para blindar sus fechorías. Es imperativo que el presidente Lasso disponga una evaluación integral del sistema para la gestión del talento humano en el sector público, para garantizar el ingreso y la permanencia de servidores honestos y competentes, eliminar los cargos de libre remoción a los que acceden allegados de las autoridades nominadoras, sin ningún proceso de selección. (O)

Mario Gustavo Andrade, auditor, Quito