A veces la desesperanza golpea de manera vehemente la ausencia de trabajo, para un profesional en Ecuador. En mi caso llevo alrededor de 68 días sin poder trabajar, he postulado a más de 150 anuncios de trabajo, y solo he recibido tres llamadas, es decir, un 2 % con promesas de que volverían a llamar, pero fueron coincidentes promesas que se desvanecieron con el pasar de los días.
Fui despedido tras trabajar 18 años: ¿cuánto me corresponde recibir por seguro de desempleo?
Vuelvo a caminar entre calles rotas de la ciudad, mientras un resplandeciente sol me acompaña, y por momentos comienzan a tener sentido aquellas opiniones de la eterna falta de empleo en el país. Según el INEC, a junio del 2024 el desempleo se ubica en 3,1 % , existiendo una población económicamente inactiva de 3,6 millones de personas a nivel urbano. Es decir que son millones de personas las que gozan día a día un empleo, pero las estadísticas traen una lluvia de desesperanzas para millones de personas que buscan un empleo.
Desempleo sube al 4 % en Ecuador
Una oscura penumbra cubre los rostros de aquellos millones de personas en su búsqueda de empleo sin resultados, como es el caso de “José”, quien laboró en una camaronera de la ciudad de Guayaquil, fue despedido, no le dieron mayores explicaciones y ahora forma parte de la población económicamente inactiva que busca de manera vehemente un trabajo. Su día empieza cuando las calles aún se encuentran cubiertas de oscuridad, poco antes de empezar el alba, llega a una empresa camaronera, una fila de alrededor de 500 personas que optan por un empleo donde hay plazas para 10 personas, entrega su hoja de vida y le dicen firmemente: “Nosotros lo llamaremos”. Otro día en que la esperanza y el desconcierto lo invaden, un día cuando las nubes parecieran resbaladas del cielo y las calles sumergidas bajo un ardiente bochorno que hacía sudar su rostro, que al mismo tiempo representaba meses de angustia.
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Muchos deciden emprender, tratando de buscar una solución a la falta de empleo en un país donde las circunstancias roban más el corazón, la respiración y el sueño, incluso más que la propia delincuencia. (O)
Alejandro Javier Celi Sandoya, magíster en Auditoría Integral, Guayaquil