De un tiempo acá, el tránsito vehicular en Guayaquil es un desorden asombroso. Daría la impresión de que la ATM ha entrado en proceso de extinción, porque ni los agentes de tránsito se dejan ver en las calles de la ciudad. Con esto quiero destacar que los operativos de control que otrora se efectuaban, con la presencia de la oficialidad de la ATM, tampoco se visibilizan en los diferentes sectores de la urbe.
Todos, o una gran mayoría, hacen lo que les viene en gana. Ahora es común ver el cometimiento de infracciones como el paso de la luz roja, la invasión de la zona de seguridad, el estacionamiento en doble columna, el taponamiento del cruce de vías, la inobservancia de la preferencia al peatón, etc., todo esto ante la impavidez de la ATM.
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A todo esto se agrega el crecimiento numérico de los motociclistas invadiendo calles y parterres. El motociclista en Guayaquil ha creído que puede circular por donde quiera, haciéndolo por las aceras que son de uso exclusivo del peatón. Debería haber una ordenanza municipal que lo prohíba y sancione severamente porque estos ponen en peligro la integridad de quienes caminan por estas.
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Las aceras se han convertido en “tierra de nadie” ya que son usadas de manera ilegítima por comerciantes, carretillas de comida, emulsiones “curativas”, etc.
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Señor alcalde, la ciudad merece orden, paz y justicia. En sus manos está la responsabilidad de lograrlo. (O)
Enrique Vicente Álvarez Jara, licenciado en Ciencias Políticas, Guayaquil