A partir del descubrimiento de América, los españoles y portugueses determinaron una injusta disposición a los pueblos que fueron conquistando, y con el argumento de que no teníamos escritura ni habíamos inventado la rueda, nos colocaron al mismo nivel de los organismos animales. Por supuesto, esto era completamente falso, ya que, si mostraban adoración por el Sol y la Luna, y si pudieron realizar prodigiosas construcciones en Centroamérica y Sudamérica, está claro que el concepto del círculo era un conocimiento de aproximación a lo que ellos negaban. Su ignorancia les impedía apreciar que, a través del arte aplicado en sus ropajes y la eficiencia en la materialización de los quipus, expresaban la magnificencia de su escritura. Más allá de esto, lenguajes ancestrales como el aymara constituye según el conocimiento actual la lengua de mayor abstracción del universo conocido.
Los conquistadores incluso establecieron un concepto equivocado de los indígenas, por el cual con total ignorancia proclamaron que eran seres que no poseían espíritu o alma.
Cuando ocurrió el proceso del mestizaje, se había esclavizado a los diversos grupos humanos y se los condenó a vivir en áreas geográficas extremas para asegurar la supervivencia y para huir de la esclavitud.
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En Sudamérica desde el Caribe a la Patagonia y desde el Guayas al Amazonas, la injusticia social y la explotación ocasionó una migración indígena que se mantiene hasta la fecha actual.
Han pasado muchos años desde la conquista europea y los pueblos originarios no han podido encontrar una respuesta de justicia moral por gobernantes que pretenden mantenerlos en una condición de injusticia social. Los gobiernos de izquierda y de derecha no han sabido reconocer que, por el hecho de ser la base de nuestro mestizaje, deberían de haber recibido un reconocimiento moral sin remiendos.
Los tres gobiernos que anteceden al actual y el gobierno actual que en el acto eleccionario nos prometió el cambio de la historia, han pasado sucesivamente del rojo al añil, del añil al azul y del azul al violeta, pero todos han terminado en colocar en un embudo a los pueblos originarios, cursando con un mensaje público que los lesiona en forma inmisericorde. En las manifestaciones de resistencia observamos en la televisión la infiltración perversa de personas que no son indígenas y que en mi opinión pertenecen a grupos políticos o al narcotráfico. Sin embargo, seguimos culpabilizando al pueblo indígena.
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Todos conocemos que el país está en ruinas y que el Estado ecuatoriano está siendo demolido por intereses extraños a la visión de patria, y si que hay que reconocer cuál es la causa de la deformación de la vida de los ecuatorianos es indiscutible que proviene de la corrupción del Estado, por los abusos del poder, y por la bulimia patológica de la política en sus atentados crónicos al bienestar de la población civil.
Los políticos se han constituido en sepultureros de la democracia y libertad, y en este vaivén pasamos de la izquierda a la derecha y de la derecha a la izquierda, mientras soñamos despiertos que algún día los masones que alcanzaron la libertad de nuestros pueblos de la opresión europea puedan resucitar algún día para mandar al infierno a la turbia política que nos oprime a la totalidad de América. (O)
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Pedro Benjamín Posligua B., médico neuropsiquiatra, Guayaquil