Día tras día, se incrementan las muertes violentas, las extorsiones, la minería ilegal, el hambre y la pobreza.
La estadística del Ecuador es alarmante y el Gobierno permanece impávido. Le recuerdo que el trabajo que debe realizar no es contar muertos; por el contrario, es evitarlos.
No nos cuente que se han reducido las muertes violentas, los sicariatos y las extorsiones en un determinado sector, porque no contribuye a nada por dos motivos. El primero, usted y todos los que hacen su Gobierno saben que la cifra negra (lo que no se denuncia) en Ecuador es intolerable. Y la segunda razón, que da una estocada final a su política de seguridad, es que el delito en las causas enumeradas solo muta y cambia de sector, según las medidas reactivas de la fuerza pública.
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La desgracia de atención en el IESS
Hemos entendido hasta la saciedad, como ecuatorianos, que saben contar, llevar estadística (no real) y utilizar las redes sociales para “cambiar” la percepción de seguridad de los mansos compatriotas; eso está claro. Pero para lo que fue elegido no es para contar ni utilizar las redes sociales, sino para evitar más muertes en todo ámbito.
La pregunta es: ¿cuál es la solución? El ciudadano más común de los mortales sabe que mientras no exista una política de inversión social disruptiva, enfocada en educación y no represión, lo que está haciendo es, como dijo Bolívar, arar en el mar.
En el Ecuador se han normalizado las muertes violentas, a tal punto que cuando se escucha la noticia de un sicariato nos preguntamos: ¿en qué estaría involucrado? Eso es normalizar esta actitud y eso no preocupa; por el contrario, desespera.
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Usted es un profesional, señor presidente, y estoy seguro de que tiene buenos asesores en todo ámbito, pero ¿hasta cuándo sus “mandantes” debemos esperar acciones y políticas firmes en contra de lo que está pasando en Ecuador?
¿Conoce usted que existen barrios enteros, en todas las provincias del Ecuador, en donde las mafias deciden su ingreso o no? Quizá le recuerda mi pregunta a la República del El Salvador de hace unos años; lo tomo como referencia para ver si así despierta y evalúa los resultados obtenidos por ese país, que decidió no contar muertos ni extorsiones sino evitarlas.
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Mientras tanto, el Ecuador se desangra por su ineficacia; esa es la palabra y, le guste o no, es una realidad. (O)
Martín Gallardo, mayor (R), máster en Seguridad y Políticas Públicas, Quito