Las reformas a la Ley de Educación Orgánica de Educación Intercultural (LOEI) debe traer inquietudes sobre todo de las universidades, serán las que reciban a sus futuros estudiantes. Según los promotores de estas reformas participaron padres, alumnos, profesores, agremiaciones de maestros, etc., quedando demostrado el divorcio de la educación media y la educación superior.

El tema trascendental de las reformas es la eliminación del Bachillerato General Unificado (BGU) para volver al pasado Bachillerato por Especialidades que ofrecía una dispersión de ofertas académicas como físico-matemático, sociales, contabilidad, informática, entre otras, para que los estudiantes tengan bases suficientes para la carrera universitaria por seguir. Tras la eliminación de las especialidades, el bachillerato unificado entró en acción con la finalidad de garantizar la igualdad de los bachilleres, la consigna es “deben saber todas las asignaturas del tronco común, física, química, biología, historia, ciencias sociales...”, habilitarlos para que elijan cualquier área académica de estudios superiores. ¿Pero qué bachilleres requieren las universidades?

Debe hacerse énfasis en el Bachillerato por Especialidades, los estudiantes al contar con conocimientos específicos podrían tener más oportunidades para conseguir trabajo, no esperar primeramente finalizar su carrera universitaria. En la actualidad el mundo laboral no exige ser todólogos, que en teoría parece interesante, pero es mejor que tener a temprana edad conocimientos específicos en el bachillerato para afianzar la formación para la universidad y el ambiente laboral venido a menos en la pandemia. Los dos sistemas Bachillerato General Unificado y Bachillerato por Especialización tienen ventajas y desventajas. Si se decide retornar a las especialidades, es necesario mejorar fallas y déficits generados. (O)

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Roberto Camana Fiallos, docente en Sistemas, Ambato