El niño es una bendición de Dios, es el ser que vibra y crece en el vientre de su madre, tiene derecho a la vida, a amar a Dios; tiene derecho a un hogar, a la seguridad, a la alimentación, a la salud, a una vivienda, al estudio, a los juegos, los deportes, el arte, la ciencia, la tecnología...

En la familia debe ser símbolo de unión, buenos sentimientos y virtudes. La escuela, el colegio, la universidad serán complementos de su educación, cultura, deberes cívicos, sociales, ciudadanos, profesionales. Debemos educar a los niños para no castigar en el futuro al hombre y a la mujer.

Importante, recalquemos en el niño que su obligación es rezar, estudiar, portarse bien, con buenos modales, respeto; si desea algo como permiso para distraerse, debe cumplir con sus tareas escolares. Los principios que las familias y los centros de educación deben fomentar son fe y amor a Dios, honestidad, gratitud, cumplimiento de obligaciones y deberes, amor y respeto a la patria y al prójimo, lealtad, solidaridad, justicia, verdad, bondad, puntualidad, discreción, valentía, generosidad, humildad, disciplina, higiene, etc.

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Practicando juegos populares, deportes, actividades culturales... entre amigos, compañeros de colegio, vecinos, participando con padres y familiares, mantendrán unión, compañerismo, virtudes...; les alejará de vicios, adicciones a fríos juegos de las máquinas electrónicas, los videojuegos, los chats de tecnología celular, las redes sociales, de la navegación en internet durante todo el día; y en un ambiente donde falte la calidad y calidez de los padres y abuelos. (O)

Alicia Alencastro de Navarro, licenciada en Ciencias de la Comunicación, Guayaquil