Anteriormente enseñaban a ser competitivos, a tratar de ser los mejores, y a eso le achacaron la culpa de las guerras, de las inequidades, de las desigualdades sociales.

La psicopatología y la violencia social

Entonces vino una corriente donde empezaron a enseñarnos que todos somos iguales, a hablarnos únicamente de nuestros derechos: a la comida, al agua, a la universidad, a la medicina, al servicio médico, al transporte, al empleo, etc. También nos empezaron a enseñar a ser ecológicos, a divinizar la ancestralidad, a tratar a las mascotas como personas, a los delincuentes y asesinos como víctimas de la sociedad. Nos hablan de ser solidarios, de compartir, de igualdad de oportunidades, y de un sinnúmero de cosas bellas y de buenas intenciones. Pero lo que observo es que las guerras continúan, los viciosos se incrementan lo mismo que los delincuentes y asesinos.

Nos queda la amargura de tener derechos a una salud pública de calidad que no existe, lo mismo que una cuota de educación universitaria insuficiente y una educación secundaria muy deficiente.

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Necesitamos áreas verdes

Al final queda la gran pregunta: ¿cuál es nuestro proyecto de país? Mientras no tengamos claro un proyecto a largo plazo, y sigamos dando apoyo a grupos cuestionables, seguiremos a la deriva. (O)

David Ricaurte Vélez, ingeniero mecánico, Daule