Poco o nada sirvió el alboroto ciudadano provocado por la presencia de personas realizando rituales de santería en la ciudadela Kennedy y las dizque acciones tomadas por parte de las autoridades. Este no es el único lugar donde los animalitos corren una triste suerte que a nadie parece importarles, a pesar de las leyes recién emitidas que quedan solo en papel, ni la creación de entidades que dicen velar por su bienestar.
Las quejas de los ciudadanos sobre el maltrato animal no paran y últimamente en el parque lineal de Urdesa norte, donde existe una colonia grande de gatitos, estos están desapareciendo misteriosamente, temiéndose por sus vidas. Se han reportado mujeres extranjeras cazando a los gatitos en esa zona, donde existe una UPC, y metiéndolos en sacos, vaya a saber usted con qué finalidad. Rescatistas en ese parque están siendo igualmente amenazadas por la labor que realizan por parte de individuos sin escrúpulos, sin que haya autoridad ni institución que las proteja.
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Recientemente se ha empezado a “cazarlos”, pero no a castrarlos o esterilizarlos que es imperativo para tratar de reducir el número de animalitos que nazcan para sufrir maltratos.
¿Es posible tanta desidia y quemeimportismo solo por tratarse de animales? ¿Acaso ellos no merecen una vida digna? (O)
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Nelly Mercedes Lozada García, Guayaquil