El 8 de marzo se recuerda a mujeres valerosas protestando por las inhumanas condiciones en las que realizaban sus trabajos sin el más elemental derecho a ‘vivir’ tranquilas, respetadas, aspirando a mejores días.
Nuestra patria recuerda a sus féminas destacadas como Paccha Duchicela Shyri XVI; en los procesos libertarios: 9 de Octubre de 1820, 24 de Mayo de 1822, han pasado casi desapercibidas por los historiadores, ejemplo: Quito, rebelde, colonial, prendió la llama de la autonomía, no independencia; Guayaquil, independiente, tuvo presencia femenina. El investigador Wagner Naranjo Salas en Los libertadores, Carlos Montúfar, espada y escudo del Estado de Quito, da a conocer a tres de ellas sin ser las únicas: Rosa Montúfar, hija del marqués de Selva Alegre; Rosa Zárate; Manuela Cañizares, cosechando la siembra de Espejo; sin olvidar a Manuela Sáenz. En Guayaquil, las hermanas Garaycoa, Ana, cónyuge del general Villamil, labró el escenario para la Fragua de Vulcano, simiente de la gesta octubrina; su hermana Manuela formó la personalidad de nuestro héroe Abdón Calderón; Isabelita Morlás hizo germinar la semilla de libertad para su tierra. ¡Y qué decir de Josefa Rocafuerte de Lamar, hermana de don Vicente Rocafuerte; Francisca de Lavayen; Joaquina Garaycoa Llaguno; Rosa Campuzano! Igual ocurrió con las acompañantes de sus maridos, durante el fragor independentista, abriendo caminos para otras en actividades distintas: Ana Villamil, Concepción Barros, Dolores Veintimilla, Marieta Veintimilla, Dolores Sucre, Matilde Hidalgo de Procel, Isabel Robalino, Dolores Cacuango, Hermelinda Urbina, Zoila Ugarte, Nemonte Nenquimo, indígena ambientalista; ramilletes de flores eternas perfuman nuestra historia, tantas, que hoy son jardines reproduciendo senderos positivos para Ecuador. (O)
Regina Magdalena Zambrano Reyna, doctora en Jurisprudencia, Guayaquil