En un mundo donde los riesgos financieros, regulatorios y reputacionales aumentan cada día, prevenir el lavado de dinero no es solo una obligación legal, es una decisión estratégica para mitigar riesgos. El área de compliance, tradicionalmente es vista como un área técnica, hoy se ha convertido en una función importante para proteger la sostenibilidad y buena reputación de las organizaciones de todo el mundo.

¿Qué es el compliance? El compliance —o cumplimiento normativo— es el conjunto de políticas, procedimientos y controles que garantizan que una organización actúe conforme a la ley, los reglamentos aplicables y sus propios principios éticos. Va más allá de evitar sanciones: se trata de construir confianza.

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Por otro lado, ¿qué es el lavado de dinero? El lavado de dinero es el proceso mediante el cual se oculta el origen ilícito de los fondos obtenidos a través de delitos como la corrupción, narcotráfico, evasión fiscal, extorsión, secuestro, minería ilegal, fraude, entre otros. Este proceso ocurre generalmente en tres etapas. Primero, la colocación: el ingreso del dinero ilícito al sistema financiero tradicional, por ejemplo, a través de depósitos en efectivo o compras de bienes generalmente de alto valor. Segundo, la estratificación: la realización de múltiples transacciones financieras en diferentes jurisdicciones para dificultar el rastreo de los entes de control y borrar el origen y rastro de los fondos ilícitos. Y tercero, la integración: la reintroducción del dinero ya “limpio” a la economía formal mediante inversiones, adquisiciones o negocios legítimos para que puedan ser disfrutados por sus reales beneficiarios finales en cualquier parte del mundo.

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Un buen sistema eficaz y robusto de cumplimiento antilavado de dinero debe incluir lo siguiente: el KYC (Know Your Customer) o conocer a tu cliente; monitoreo continuo de las operaciones de los clientes; reportes de operaciones sospechosas (ROS) a las autoridades competentes; capacitación continua del personal de la empresa; y controles internos y auditorías.

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Cumplir con la normativa ya no es suficiente si no está acompañado de una verdadera cultura de integridad. La alta dirección juega un papel clave: el compromiso desde arriba es lo que convierte un manual de políticas en una práctica diaria y son solo una implementación de papel para el solo cumplimiento. Adoptar una postura firme frente al lavado de dinero envía un mensaje claro a clientes, empleados, inversores y al mercado: nuestra organización no está dispuesta a ser utilizada como vehículo para facilitar el lavado de dinero y otros delitos financieros.

Los riesgos del incumplimiento son varios, puede resultar en multas que pueden ser millonarias por parte de organismos reguladores; llevar a procesos penales contra directivos, administradores y responsables; la pérdida de licencias y/o permisos operativos; siempre va a quedar una mala reputación corporativa; y la pérdida de la confianza por parte de clientes de los inversores, por mencionar las principales. (O)

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Jorge Sanyer Quimí, CPA y MBA, Guayaquil