Los mayores estímulos para la corrupción son la impunidad y que los corruptos gocen de sus fortunas libremente. Los estudiantes de las facultades de jurisprudencia, más la participación de sus compañeros de otras especialidades, por su propia iniciativa o convocados por autoridades del nuevo Gobierno, deberían organizar veedurías con alcance nacional para vigilar los procesos de los casos de corrupción más emblemáticos, que se difieren o demoran aplicando una serie de artimañas de abogados y jueces que nadie controla con eficacia.
La participación de los estudiantes, con la guía de profesores especializados, siempre respetando las atribuciones de las instituciones y el debido proceso, iniciará con la elaboración de un inventario de los actuales casos de corrupción e incorporar los que lamentablemente se presenten en el futuro, sin ninguna orientación política, para vigilar que se cumpla lo que establecen las normas legales e informar a la ciudadanía, junto con las instituciones competentes, las acciones u omisiones de los administradores de justicia y de los organismos de control, para que adopten las acciones correctivas que correspondan.
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No es una tarea fácil, pero creo debemos promover en los universitarios la conciencia cívica para evitar la impunidad, que a la vez les permitirá aplicar en la práctica los conocimientos que están adquiriendo. Una experiencia parecida a la que propongo se realizó en el pasado con resultados exitosos. La participación de la academia debería extenderse a vigilar la gestión las instituciones como la Asamblea Nacional, CPCCS y al Consejo de la Judicatura, que han sido muy cuestionadas en los últimos años debido a que sus acciones e incluso omisiones estimulan la impunidad. (O)
Mario Andrade Trujillo, Quito