De pronto viene a mi memoria una vivencia especial. Construyendo una obra en la provincia de Esmeraldas, se acerca un trabajador y me dice: “Ingeniero, tengo la barriga vacía, no puedo trabajar”; luego almorzó, se sació y dijo: “Tengo la barriga llena, ya no puedo trabajar”. Era un hombre fuerte, pero con limitaciones. Al final fue despedido. Coincidencia: en Ecuador hay una central hidroeléctrica de gran potencia y alto costo que tiene las mismas limitaciones del trabajador del cuento.
Cuando no hay agua, no puede trabajar; cuando hay gran cantidad de agua sucia, tampoco puede trabajar. La potencia de una central hidroeléctrica está en función de dos parámetros: el caudal de agua que ingresa a las turbinas y la diferencia de niveles entre la chimenea o tanque de presión y las turbinas (altura). La altura es constante y el caudal variable (hace variar la potencia). La variación puede ser regulada o no. Es regulada cuando hay almacén de agua (embalse); sale el agua de acuerdo a la necesidad del consumo. No es regulada cuando se toma el caudal directamente del río.
El proyecto Coca Codo Sinclair fue diseñado y construido para ser una central de pasada. Desde su nacimiento hasta ahora, adolece de todos los males que son de conocimiento público, pero el mayor mal y menos tomado en cuenta es ser central de pasada. La energía eléctrica que produce es muy variable; depende del caudal del río en el momento: unas veces agua limpia y poco caudal; otras, mucha agua con gran cantidad de sedimento, que obliga a parar la producción porque daña las turbinas. En fin, la central Coca Codo Sinclair no es confiable; el 30 % de la demanda nacional está en riesgo. Sin embargo, hay solución para este mal, inclusive para la erosión regresiva: es la construcción de sendos embalses en los ríos Quijos y Salado. Solo así será fiable Coca Codo Sinclair. (O)
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Marco A. Zurita Ríos, ingeniero civil, Quito