Desde el inicio de la pandemia nuestras escuelas se cerraron a la labor de presencialidad, esto, en sintonía con lo que el virus exigía en ese momento ya que no contábamos con vacunas para combatirlo.

El Plan de Vacunación 9/100 está promediando su propósito y las ciudades ya no son las mismas que hace un año en cuarentena: los centros comerciales, los patios de comida, los parques y las plazas están en su mayoría abiertos. Es por eso que no comprendo por qué aún las escuelas siguen sin formar parte de la vuelta a la ‘nueva normalidad’. Si bien hay pocas unidades educativas urbanas que están volviendo a la semipresencialidad, la mayoría de las escuelas fiscales siguen cerradas en su modo presencial; para el caso de la ciudad de Guayaquil, la alcaldesa autorizó el retorno a la modalidad presencial.

Considero que la modalidad presencial no debe ser una alternativa sino más bien una obligación, sobre todo para las unidades fiscales.

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Recordemos que tanto nuestras acciones como omisiones definen nuestro futuro. Pido a los gobernantes y al pueblo que tomen conciencia de lo que estamos dejando pasar con cada día que transcurre; nos merecemos una acción de grandeza que implica poner manos a la obra para llevar a nuestros chicos hoy mismo a las aulas. (O)

Mariano Andrés Casteller, analista programador, Guayaquil