Hay tiempo de nacer y tiempo de morir, y hoy es tiempo para vivir con la bendición de Dios. Hay tiempo de sembrar y tiempo de cosechar, y hoy es tiempo de que siembres fortaleza en tu cuerpo, tu mente y tu espíritu con los mandamientos divinos y con el conocimiento de las leyes del hombre.

Hay tiempo de llorar y tiempo de reír; hoy es tiempo que no se va a volver a repetir. Hay tiempo de abrazar y tiempo de recordar ese abrazo; abraza a tus seres amados, abraza que después solo anhelarás los recuerdos. Hay tiempo de callar y tiempo de hablar; y hoy es tiempo de escuchar porque el conocimiento es coyuntural, pero la sabiduría es eterna. Hay tiempo de amar y tiempo de aborrecer; ama porque es el momento perfecto que te regala Dios al tener vivos a los que te aman.

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Un hijo es el fruto del encuentro de dos corazones que materializaron todo su amor acumulado con la más sublime pureza que se encontró en el tiempo del Señor, para reflejar en un vástago la palabra nobleza.

Nobleza es el hecho de ayudar sin que nadie te lo diga. Nobleza es romper a llorar cuando el alma se fatiga. Nobleza es reconocer un error, en honor a la verdad que nace en el corazón. Nobleza es seguir al lado, aunque ya no te necesiten. Nobleza no es tener castillos, es algo mucho más sencillo, solo aprender a decir gracias. La nobleza es la virtud que saca lo mejor de ti cuando haces de esta una forma de vivir.

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Tienes talentos y lo mejor que puedes hacer es ayudar. No te pido que hagas el juramento del monte sacro, pero sí que vivas con honestidad, lealtad, fidelidad, solidaridad; aprendas a perdonar y ese perdón conlleve una decisión para que te hagas respetar. Pero tómate tu tiempo pidiéndole sabiduría a Dios para que te recuerden como un justo, más que en la mente, en el corazón y en la eternidad. (O)

Jorge Ortiz Merchán, ingeniero comercial, Durán