El término abominable es, tal vez, el más apropiado para calificar a quienes juegan con la salud pública, en especial con la recolección de basura, en la ciudad de Guayaquil. En la actualidad, es conocida por casi todos los habitantes la acumulación de basura en todas las esquinas de calles y avenidas, principales del centro y barrios, esparcida por contenedores rotos o inexistentes, de los que emanan malos olores, nauseabundos, que surgen de las fundas rotas por los chamberos y animales callejeros. Los residuos terminan acumulándose en las aceras. Y a esto le sumamos los excrementos de perros, sacados por sus dueños irresponsables, por no recogerlos. Todo esto da un aspecto desagradable e insalubre, que forma parte del paisaje cotidiano, de los transeúntes, en casi todas las comunidades. Así mismo, el público en general y vecinos se quejan de que no existe una recolección adecuada, con zonas que requieren la existencia de contenedores, entre otros. Por otra parte, hay que decir que el Municipio, a través de la empresa recolectora, no cumple en buena parte por deficiencias en el sistema y mala planificación, con inadecuados horarios, tomando en cuenta que en la ciudad se recolectan cientos de toneladas de basura, diariamente. Otro problema recurrente es la corresponsabilidad ciudadana de ensuciar las calles, a cualquier hora, demostrando poca cultura de manejo de desechos, con zonas críticas, donde no se respetan los horarios de recolección ni las frecuencias. Hay que sensibilizar a la población sobre el adecuado manejo de residuos. Es un gran problema la alta contaminación del aire, resultante de los desechos, en mal estado, que afectan los límites de calidad, causando afectaciones a la salud, pudiéndose agregar también a estos otros gases nocivos, como el monóxido de carbono de los carros.

Ante todo, las autoridades municipales tienen el deber y la obligación de velar por la salud de la ciudad. Hay que tomar medidas drásticas para que los chamberos también respeten los horarios, así como para quienes tienen la mala costumbre de realizar sus necesidades biológicas en las calles. Hay que asumir el control, por parte de las entidades públicas, estrictamente. (O)

Robespierre Rivas Ronquillo, periodista, Guayaquil