Esa es una frase repetida un millón de veces. Guayaquil pega un grito al cielo y que ese importante ruido no se silencie hasta que la M. I. Municipalidad de Guayaquil dicte la ordenanza correspondiente, una codificación, cual una cartilla de buena actividad que contenga los procedimientos de cultura, manejo y respeto a la flora y fauna que se desarrollan en la ciudad.
Las leyes y las ordenanzas son reglas solucionadoras de problemas en general; requieren de difusión y que empiece su conocimiento en la escuela. Que la ley sea conocida por todos es una ficción a la cual el derecho debió recurrir para imponer su plena vigencia. No debemos aparecer solo como fiscales buscando una sanción. En este caso no se trata de un improvisado o desconocido que sin ninguna vinculación con la urbanización Las Garzas podó árboles de ficus, no. Lo ordenó el presidente de tal urbanización cediendo a los requerimientos de una parte de la comunidad o porque le pareció procedente. En lo demás, el buen manejo de la urbanización es excelente; coadyuva a la labor municipal sin desconocer que las mejoras continuarán. Árboles recortados a una determinada altura en muy poco tiempo se recuperarán. Aplaudo la santa participación de la profesora Alicia de Jesús Carriel Salazar por ese poema que le envía a la naturaleza; el Creador que ama a sus criaturas ubicó a las aves en un mejor sitio. Recuerdo que en este Guayaquil y en el invierno pasado murieron cientos de árboles conocidos con el nombre de samán, lo que obliga a pensar en la ausencia de un sistema de fumigación que jamás se realizó; se han sembrado árboles en sitios inadecuados que han tenido que derribarse y que en fin no tenemos normas claras y definidas para no pecar en materia ecológica. Hemos cometido muchos errores. No quisiera enterarme de que una comunidad habitacional no comprenda comportamientos humanos que como el caso actual dejan lecciones para la posteridad. El propósito de este escrito es proponer un indulto para quien con el propósito de servir cometió un error involuntario. Una técnica ordenanza que prohíba la siembra de árboles de hojas caducas y que prohíba también la siembra de árboles de ficus dentro de la ciudad de Guayaquil, pues su crecimiento es desproporcionado al ambiente urbano. (O)
Rafael Mendoza Avilés, abogado, Guayaquil