Es cierto que los peligros “siempre han existido”. Pero los padres, décadas atrás, con “guardarnos en la casa” o controlar con quienes conversábamos en el único teléfono de la casa, nuestros padres lograron en mayor o menor medida procurar nuestra seguridad.

Antes, el peligro estaba generalmente “en la calle”. Hoy, todo tipo de peligro llega hasta el más mínimo rincón de nuestros hogares.

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Hoy no se trata solo de cuidar a dónde van nuestros hijos, con quién salen, o quién los lleva. En estos días, esos peligros no superan ni en lo más mínimo al mundo infinito de horrores que nuestros niños pueden experimentar en la “seguridad” de su habitación, en la “privacidad” de su baño e incluso, en la “tranquilidad” que creemos tener cuando está usando su dispositivo a pocos metros de nosotros.

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Ya hay casos nefastos de niños que han perdido hasta la vida asesorados por la IA.

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Por favor, padres. Solo nosotros podemos decidir si acompañar a nuestros hijos en esta ola de información que trae de todo, o abandonarlos a la deriva en un mundo que puede llegar a ser más oscuro de lo que creemos.

Ahora hay muchos niños abandonados y vulnerados sentados junto a sus padres sin que ellos siquiera lo noten. (O)

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Paula Pettinelli Gallardo, Guayaquil