China y los Países Árabes tienen las plantas fotovoltaicas más grandes del mundo, disponen de grandes extensiones de luminosidad. India y China tienen las plantas eólicas más grandes del mundo, disponen de tierras áridas que facilitan el movimiento del viento a altas velocidades. Estados Unidos, Francia y China tienen las centrales nucleares más grandes del mundo, disponen de tecnología y materia prima necesaria. Se observa que estas centrales eléctricas están ubicadas donde el recurso básico que necesitan está disponible.

Más allá de nuestra frontera

Ecuador tiene el privilegio de tener agua dulce en abundancia, su aventajado sistema hidrográfico tiene ríos que se dirigen hacia el Amazonas y otros que desembocan en el océano Pacífico, mientras el uno está en invierno el otro está en verano y viceversa, hay agua disponible todo el año. Sin embargo, en los últimos años la armonía meteorológica se ha ido desvaneciendo, el clima que antes era constante, ahora es impredecible, presenta prolongadas sequías y copiosas lluvias en cualquier momento. Ante esta variabilidad del clima, hay que aprovechar las características del agua, puede ser almacenada y regulada, ventajas que no tienen el viento ni la radiación solar. No debemos satanizar a las centrales hidroeléctricas, menos intentar reemplazarlas, hace falta voluntad política para entender que la hidroelectricidad es la mejor opción energética para el Ecuador, solo guardando agua evitaremos los tediosos apagones. Ahora mismo el Gobierno debe potenciar los dos sistemas pivote de la energía nacional, construyendo embalses en los ríos Quijos, Salado y Paute. A mediano plazo, en lugar de pensar en plantas no convencionales, debe construir centrales hidroeléctricas medianas de 60 a 100 MW con doble embalse en la vertiente del Pacífico. (O)

Marco A. Zurita Ríos, ingeniero civil, Quito