Durante el reciente feriado por la independencia de Guayaquil, que duró tres días, se volvió a registrar un considerable número de visitantes en los balnearios; miles de personas que se quedaron en la ciudad recorrieron calles y plazas con ánimo festivo, luego de haber permanecido por meses en casa. Algunos usaban de manera correcta la mascarilla y evitaban las aglomeraciones, mientras otros se mostraron más relajados.
De haberse dado contagios de COVID-19 durante el feriado, estos se conocerán en promedio después de una semana, periodo en que regularmente suelen aparecer los síntomas. Es conocido que pacientes asintomáticos pueden transmitir el virus, por tal razón vale redoblar las precauciones en los próximos días al interactuar con personas ajenas al ámbito hogareño.
Ayer, el Ministerio de Salud Pública (MSP), al presentar las cifras oficiales de COVID-19 en Ecuador, informó que de 1.001 pruebas procesadas en las anteriores 24 horas, resultó positivo el 28 %. Con estos resultados, los casos confirmados ascienden a 147.315 y los casos descartados se incrementan a 253.307.
Es deseable que las actividades no decaigan, pues es necesario que las personas puedan seguir realizando sus gestiones, acudan a trabajar, incluso que puedan hacer deporte y actividades recreativas y de esparcimiento. Correr el menor riesgo de contagio posible depende de que cada persona cuide de sí misma, lo que redunda en el cuidado de la colectividad.
David Nabarro, un especialista de la Organización Mundial de la Salud para el COVID-19 en Europa, explicó en una entrevista con el medio británico The Spector que una cuarentena está justificada para ganar tiempo mientras se reorganizan y reequilibrar los recursos; pero que, en general, trae como consecuencia que se acentúe la pobreza. Al restringir el acceso a las actividades productivas y de comercio, las personas con bajos ingresos ven dificultado su acceso a la alimentación, la medicina, etcétera. Por el bien común, hay que minimizar los riesgos de contagio. (O)








