El artículo (de opinión) de Gonzalo Peltzer, ‘No se metan con mi milanesa’, refleja la incomodidad moral a la que se enfrenta quien desde el privilegio de ser humano pretende hacer de un tema ético un simple asunto culinario.
Aquí, dos serias preguntas: ¿por qué llamar ‘milanesa’ al cuerpo (se mata por degollamiento, con o sin aturdimiento previo) de un bovino ‘criado para carne’ o ‘empanada de carne molida’ al cuerpo de una vaca explotada por lácteos y enviada al matadero a temprana edad cuando baja su ‘capacidad reproductiva’?
Alguien intentando convencerse de que ‘come algo’, cuando en realidad se come a alguien, utiliza eufemismos. ¿Por qué llamar ‘chorizo’ a las partes de seres mutilados a las que se les da forma cilíndrica –cual pepino– y luego decir que, por no participar ni financiar el mayor sistema de violencia normalizada, muchos comemos ‘oximorones’? Los individuos de otras especies son las mayores víctimas de nuestros tiempos. Sus nacimientos son forzados y sus vidas exterminadas a menos del 10 % de su esperanza potencial natural. En tres días se contabilizan globalmente más de 600 millones de animales terrestres exterminados por innecesarios, pero tradicionales motivos de consumo alimenticio.
Animalia, reino al que también pertenecemos los homo sapiens, se caracteriza por la sintiencia (dolor físico y sufrimiento psíquico). Además, los animales tenemos consciencia, es decir, noción identitaria, emociones complejas, intereses, necesidades, rasgos de personalidad, etc. (Declaración Consciencia Animal. Cambridge, R.U. 2012).
Imponer nuestros gustos y preferencias sobre los derechos más básicos y las vidas de los demás animales –algo perfectamente evitable– es la siguiente barrera de discriminación a superar como sociedad. Hacemos una cordial invitación al señor Peltzer a probar un delicioso plato de comida típica (libre de origen y de explotación animal). Verá lo fácil que es aplicar lo que usted pide, “dejar vivir tranquilo”, disfrutando así de un manjar por el que nadie pagó con su propia vida.(O)
Emmeline Janina Manzur Cabello,
coordinadora de Ética Red Vegana de Guayaquil