La mañana del martes 4 de mayo de 1897, el padre Emilio Moscoso, jesuita, rector del colegio San Felipe, de Riobamba, fue asesinado con disparos de soldados alfaristas en su pequeña habitación.
Nació en Cuenca el 21 de abril de 1846 en una numerosa familia de acendrados valores cristianos.
Entonces la ideología liberal masónica se imponía por el medio propio de las ideologías: la fuerza. No había lugar para el diálogo.
Como toda ideología, media verdad, impositiva, cerrada al razonamiento, dificultaba aceptar la independencia interna de los campos religioso y político. Entonces se identificaba como buen cristiano al conservador y como increyente al liberal. En particular, se invocaba y se invoca la libertad de educación, al mismo tiempo que se excluye de la educación oficial –la que está al alcance de los pobres– lo religioso.
Se libraba en aquellos días una batalla entre tropas conservadoras y huestes liberales. Los liberales habían tomado el poder luego de la batalla, ocurrida en Gatazo el 14 de agosto de 1895.
Gobernantes del Partido Liberal agudizaron una persecución a la Iglesia católica, que confirmó hasta con mártires su fidelidad a Cristo.
El colegio San Felipe era el único que mantenía sus puertas abiertas de manera regular. Otras congregaciones religiosas fueron obligadas a suspender su apostolado educativo. El obispo de Riobamba, Arsenio Andrade, el deán de la Catedral y otros sacerdotes fueron arrestados la noche del 27 de abril y recluidos durante tres días. En dichas circunstancias, la comunidad jesuita padeció un cruento acoso: el domingo 2 de mayo el comandante Juan José Franco y el capitán Eliseo Santos detuvieron en casa a los jesuitas presentes. El padre Emilio y un hermano coadjutor estaban fuera.
En la madrugada del martes 4, liberales y conservadores se enfrentaron en violento combate en calles y plazas. Los conservadores buscaron refugio en el colegio San Felipe. Las tropas liberales atacaron el edificio durante una hora, hasta doblegar la resistencia de los conservadores. Integrantes del grupo liberal victorioso profanaron el templo y saquearon la casa. Rompieron las puertas de la capilla, destrozaron el sagrario, despedazaron imágenes y vestimentas. Cometieron una horrenda profanación: arrojaron las hostias consagradas, destruyeron cálices y otros objetos de culto.
Algunos soldados ignorantes hurgaron en toda la casa, en busca de los jesuitas. Hallaron al padre Emilio en su habitación, rezando el rosario. Lo asesinaron a sangre fría con tres disparos: uno en la frente, otro en el hombro derecho y el tercero en una pierna. Para mofarse, colocaron un rifle en su brazo izquierdo y un cinturón con cartuchos en su pecho, para simular su participación en la refriega. Ataron su cadáver con el ronzal de un caballo y lo arrastraron hasta la calle. El pueblo introdujo el cuerpo en el templo profanado.
Habiendo, como hay, íntima relación de su muerte con la profanación de la eucaristía, el padre Emilio Moscoso es mártir de la eucaristía. La Iglesia católica reconoció oficialmente que su asesinato fue no solo anticlericalismo, sino odio a la fe. Su beatificación se celebrará hoy, sábado 16 de noviembre, en el Estadio Olímpico de Riobamba.
(O)