La contienda entre los que están a favor de la despenalización del aborto y los que se oponen cobró auge en los últimos días. Los resultados emitidos por la Asamblea alegraron a unos y enojaron a los otros. Los perdedores despotricaron contra entidades religiosas y personas que se opusieron a la reforma de la ley, resulta fácil buscar culpables cuando los resultados no son los esperados.
Ante estas situaciones antípodas vale preguntarse, ¿es verdad que se están defendiendo los derechos de las féminas violadas? Pues se sabe de muchas relaciones incestuosas, donde las mujeres han sido violentadas por años, han quedado embarazadas y bajo amenazas las han obligado a callar. Cuando han salido a la luz estos casos, no se ha visto a las defensoras de las mujeres realizar protestas o exigir reparaciones. Nadie sale en defensa de las damas traumatizadas por ataques delincuenciales o de otro tipo.
Por otro lado, se afirma de constantes violaciones diarias, entonces deberían actuar en contra de los hombres que cometen estos delitos, soliciten que se aplique la técnica química destinada a retirar los órganos sexuales, es decir, que lo castren, pues así se evitarían tantos males a las mujeres.
No pretendan crear una cortina de humo para ocultar la génesis de esta problemática. Tanto los hombres como las mujeres son entes importantes de la humanidad, proceden de una pareja heterosexual, pero cuando los hijos no reciben una verdadera y sólida formación y no son bien orientados, pueden generar anómalas situaciones.
Si se quiere lograr una sociedad sana y armoniosa hay que analizar las causas de la problemática de la violencia sexual, ya que muchos estudios señalan que este atentado contra la mujer, niños y otras personas tiene conexión directa con la pornografía. Está demostrado que cuando se exponen a estos contenidos impúdicos, las posteriores relaciones no serán saludables. Hay que tomar medidas para erradicar las acciones aberrantes y violentas que están a la orden del día, alejar el quemeimportismo, la laxitud de las leyes y los intereses personales. Es urgente una educación integral que vaya más allá de los simples conceptos, que no se hablen de valores, sino que se lo lleve a la praxis. Tanto hombres como mujeres deben comprometerse a buscar el bien común, que valoren a la sexualidad como una cualidad que abarca la totalidad del ser humano, que va más allá del simple ejercicio genital, por lo tanto, no debe ser utilizado para la satisfacción de un apetito. (O)
Mariana Mendoza Orellana,
economista, Guayaquil