Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a nivel global continúan siendo una problemática relevante en el cambio de la matriz energética mundial. Estadísticamente, se conoce que las ciudades consumen más de los dos tercios del total de energía mundial, lo que se traduce en 70% de las emisiones de gases contaminantes. Dicha casuística orienta a los investigadores y empresas al aumento de los esfuerzos para disminuir las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI). Esto deberá ser una consecuencia directa de la reducción de la vulnerabilidad de las ciudades al efecto del cambio climático, plasmados en la implementación de tecnologías orientadas hacia una infraestructura más eficiente.

El desarrollo y la edificación de la eficiencia energética mediante proyectos de inversión permiten que se promueva el uso más responsable de la energía y por ende disminuyan los gastos municipales y de las empresas eléctricas de distribución. Una segunda consecuencia directa es el crecimiento económico, la creación de empleo, el acceso mejorado a servicios básicos de calidad y la habitabilidad de los ciudadanos de cada comunidad. Con una ciclicidad económica tendiente a la baja, la transformación de los mercados locales juega un papel fundamental en el desarrollo de las economías a escala, que deberán ser el pilar de desarrollo local. En este ámbito, la transformación tecnológica hacia modelos más eficientes juega un papel clave al establecer bases para que dichas inversiones contribuyan a la transformación del mercado local. La operatividad de dicha planificación debe ser basada en la promoción y el respaldo de políticas, bienes y servicios de eficiencia energética, dirigidos a los sectores público y privado.

Para el 2040, según el INEC, la proyección de la población del Ecuador será de casi 22 millones de personas, mientras actualmente es de cerca de 16 millones. Este aumento porcentual de cerca del 38% demandará más recursos energéticos, tomando en consideración el aumento del uso de equipos de cómputo y dispositivos móviles en la etapa de la niñez. Es por este motivo que se deben plantear alternativas que ayuden a la disminución del consumo energético, por ejemplo, el cambio del alumbrado público por tecnologías más eficientes (led), de mayor durabilidad y robustez. Esto nos permitirá cumplir estándares internacionales que mejorarán inclusive las condiciones viales y de tráfico, debido a las características de la iluminación (calidez, tono, entre otras). Además de estas ventajas, el ahorro económico será una condición importante, pues la rápida amortización es un factor fundamental. Un ejemplo de este ahorro a base de la densidad poblacional es el caso de Brasil, específicamente el de la ciudad de Río de Janeiro, la cual consume un 60% más en iluminación pública que Nueva York, aunque tiene casi dos millones de habitantes menos. La densidad poblacional de Río de Janeiro es de 5.265 personas/ km², mientras que la de Nueva York es de 10.431 personas/km². Por lo tanto, Nueva York es 98% más densa que Río de Janeiro, pero gasta menos en iluminación. Con la migración a la tecnología led, Brasil ahorró cerca de USD 75 millones al año y emitió 110K toneladas de CO2 menos. (O)

Docente, investigador.