Nací y crecí entre hermanas y hermanos. No recuerdo momento alguno en el que, por ser varón, me haya considerado más importante que mis hermanas. Diverso sí, diversidad también de funciones sí, más importancia no.

No idealizo a la distancia: el respeto a la diversidad entre hermanos y, dentro de la diversidad, el respeto a la intimidad, más allá de las bromas, era normal.

Ya cercano a la juventud percibí un ambiente que debiera calificarse más como superficial que como ‘machista’. Comencé a mirar más de lejos y con menos respeto a jóvenes de quienes se afirmaba que eran ‘maricones’; y, como tales, menospreciados. Me ha sido útil la base recibida de instrucción y educación para mirar con sincero respeto a personas con tendencias homosexuales.

Se ha afirmado con verdad que algunos maestros de moral cristiana tienen un prejuicio contra personas homosexuales, a pesar de que algunas han sido y son excelentes personas humanas, geniales en su campo.

Durante mi estudio de historia conocí que grandes personajes, distinguidos en campos diversos, como música y literatura, fueron homosexuales. No se los exaltaba, ni acanallaba. Cito a algunos: Sócrates, uno de los más famosos filósofos griegos; Leonardo da Vinci, famoso pintor y también precursor de la aviación; Oscar Wilde, dramaturgo irlandés de ingenio mordaz; Alan Turing, matemático británico, estrella de la informática,

Jorge Oesterheld, quien inspira este escrito, señala: “Tanto quienes combaten como quienes defienden la llamada ideología de género utilizan las expresiones ‘sexo’ o ‘género’ como sustantivos, que indican una identidad; y, al hacerlo así, quedan ambos atrapados en un laberinto sin salida”.

El papa Francisco en su encuentro con Stephen K. Amos, declarado homosexual, “quien no se sentía aceptado por la Iglesia”, señaló la ruta de salida del laberinto. El papa hizo notar que no es bueno dar más importancia al adjetivo (homosexual) que al sustantivo (hombre).

El sustantivo indica lo que es: hombre. El adjetivo señala no una esencia, sino solo una característica del ser: homosexual.

Parece que decimos lo mismo, (homosexual hombre); pero no es lo mismo que decir hombre homosexual. No hablemos de un homosexual hombre, sino de un hombre homosexual.

Hay quienes están enfrascados en la ideología de género. En esta ideología sexo y género indican una identidad. El papa Francisco saca del atolladero, distinguiendo en la identidad lo sustantivo de lo adjetivo.

Esta distinción permite afirmar que la condición sexual no es solo una construcción social; no es tampoco solo una cuestión biológica.

“Es indispensable distinguir entre el sustantivo (ser humano) y el adjetivo (los sexos y las diversas opciones personales, o concepciones sociales, que se construyen a partir de las diferencias sexuales)”: Hemos de dar más importancia al sustantivo (hombre) que al adjetivo (homosexual).

Las identidades son construidas socialmente por varios factores. Todos esos factores cuentan; no se reducen al factor biológico ni al factor cultural, como pretenden varios ideólogos.

La pereza de pensar es siempre nociva, pero especialmente en lo relativo a la persona humana. Todos tenemos derecho y obligación de reflexionar para aceptar o rechazar lo referente a ella. (O)