Algo está pudriéndose en las universidades norteamericanas, especialmente en las humanidades. Los estudios que publican las revistas especializadas se fundamentan menos en buscar la verdad y, en cambio, prestan más atención a quienes hacen reclamos sociales tendenciosos. James A. Lindsay es doctor en matemáticas con cuatro libros y ensayos en revistas como Time y Scientific American. Peter Boghossian es un filósofo que enseña pensamiento crítico en la Universidad del estado de Portland. Helen Pluckrose es especialista en escritura religiosa femenina y es la editora de la revista digital Areo. Juntos emprendieron un experimento.

Por más de un año los tres se dedicaron a fingir artículos y a publicarlos en reconocidas revistas académicas arbitradas de estudios culturales, identitarios, género y teoría crítica. Usando nombres falsos e inventando afiliaciones institucionales –pero empleando citas textuales reales– prohijaron la jerga de esos campos intelectuales para hacer pasar como aceptables unas ideas definitivamente lunáticas y comprobaron que ciertos ambientes universitarios no están interesados en generar nuevas comprensiones, sino en promover la sofistería: una falsificación del saber que no debería ser tomada como conocimiento.

Para evitar la cultura de la violación un artículo propone entrenar a los hombres como si fueran perros: artículo aceptado y publicado. Otro sostiene que cuando un hombre se masturba en privado mientras piensa en una mujer (sin su consentimiento; de hecho, sin que ella lo sepa) está cometiendo violencia sexual en contra de ella: aceptado y publicado. Otro especula que los hombres frecuentan locales como Hooters para poder dar órdenes a las mujeres debido a su nostalgia del dominio patriarcal: aceptado y publicado. Otro explica la solidaridad femenina como respuesta al neoliberalismo, pero lo sustenta reescribiendo un capítulo de Mi lucha de Hitler: aceptado.

Para que los hombres seamos menos transfóbicos y más feministas, otro artículo incentiva la masturbación masculina anal con consolador: aceptado y publicado. Para erosionar el machismo de la ciencia, otro aboga porque una astrología feminista y queer sea parte de la astronomía: corregido y reenviado para publicación. Otro cuestiona la inteligencia artificial porque su programación es masculina e imperialista: corregido y reenviado para publicación. Y así… La exposición completa de esta investigación, que podría traducirse como “Los estudios académicos del agravio y la corrupción de la investigación”, puede leerse en areomagazine.com del 2 de octubre de 2018.

Una plataforma que chequea investigaciones universitarias dudó de la seriedad del artículo sobre los hombres entrenados como perros y trató de localizar a su falsa autora: el proyecto tuvo que detenerse y ser contado al público. Lo preocupante es la investigación ideológicamente motivada –y corrupta– en estos necesarios campos de las humanidades “porque una conversación abierta y de buena fe en torno a los temas de la identidad como el género, la raza y la sexualidad (y el aparato institucional que los acompaña) es casi imposible”, dicen los tres. Cualquier disparate puede adquirir el estatus de saber si adopta el aparato conceptual de moda.

(O)