Parte del texto: “-No besar en la boca o tocar genitales de menores, no acostarse junto a los niños, no tomarles fotos a los adolescentes mientras se duchan. -Ningún miembro de la Iglesia debe permitirse el uso de alcohol, drogas mientras trabaja”. Pregunto: ¿no es obvio lo manifestado? Este documento fue publicado en el sitio web del arzobispado y se conoce al tiempo de que el papa Francisco decide expulsar del sacerdocio al cura pedófilo Fernando Karadima, que ahora tiene 88 años.

Karadima es justamente la cara que representa a un grupo de fenómenos con sotana cuyo actuar desdibujó la figura de la Iglesia y su papel de líder moral y espiritual dentro del mundo.

El “padrecito” Fernando, párroco de Santiago, se convirtió en el más famoso depredador sexual de Chile. Este país llevaba algunos años bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet, en medio de esos momentos duros, de desapariciones forzadas, asesinatos, presos políticos, la comunidad buscó consuelo, palabra y mano en este “sacerdote simpático”.

En la iglesia de El Bosque, Karadima embaucó a sus pupilos y formó a muchos jóvenes para el sacerdocio. Y en medio de esto abusaba de niños, más de 100 han denunciado; algunos huérfanos, otros abandonados. El silencio fue ensordecedor. Todos los “religiosos amigos” callaron, nadie dijo nada sobre las confesiones que hacían las víctimas sobre las aberraciones de un Lucifer de apellido Karadima.

Volviendo al manual para evitar abusos presentado por la Iglesia chilena, que fue retirado de forma urgente ante la polémica generada, esas “supuestas recomendaciones” de las que hablo al comienzo del artículo no son “formas inapropiadas” de establecer afecto y cercanía para evitar asaltos sexuales, NO rotundo. Estas “prohibiciones” que se mencionan, como no tocar las partes íntimas a un niño, son procedimientos básicos “inviolables”, pero ¿qué podemos citar de esta palabra?, si este grupo de religiosos pedófilos ya lo ha hecho todo.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, arma maletas para irse al Vaticano a ver al papa. El mandatario, que repite turno en el Ejecutivo, debe ser menos tibio y más contundente; no solo decir que “la Iglesia sabe que se equivocó y que hoy está en un acto de purificación”. Hay ciertos “engendros eucarísticos”, o sea, violadores con hábito que no se han enterado ni por conciencia ni por sanción de la gravedad del asunto. Hay que prevenir los abusos de forma más determinante y el papa, el jefe de ciertos abusadores y encubridores, debe proseguir con estas llamadas “resoluciones excepcionales” a las sanciones canónicas de la Iglesia, a los rosados castigos dados hasta el momento.

No logro ubicar algo que repare a una persona abusada, lo que sí logro asegurar es que hace falta “mano dura” para estos que irrumpieron en territorio sagrado y hasta ahora solo han sido sentenciados a una vida de oración, penitencia y retiro de la túnica, como si fuera suficiente. Y el perdón, cerremos con ese perdón pedido hasta el momento a las víctimas, que no se convierta en una disculpa disfrazada de ilusión.(O)