Los últimos accidentes de tránsito que han ocurrido nos dejan aristas para el análisis. Se dijo que parte de lo recaudado por concepto del entonces llamado SOAT sería para instruir a los choferes para que estas cosas no ocurran. No conocemos si esto se lleva a cabo. Suponíamos (pero erradamente) que cuando los municipios, especialmente de Pichincha y Guayas, asumían las competencias del manejo del tránsito todo iba a mejorar, y no ocurre esto sino lo contrario.

El tema parte por una pobrísima gestión de control y disciplina del tránsito en la ciudad. “Luce” como si las autoridades tienen algo de temor en sancionar a los infractores cuando estos son choferes de buses, taxistas, o sapos de las bocacalles. No así con los demás mortales que manejan sus autos. Ejemplos, mientras en Puerto Santa Ana al igual que en centros comerciales y ciertos sectores de la ciudad tienen asignados vigilantes en bicicletas, a pie, y en motonetas (simultáneamente) en un número más que el suficiente para custodiar los parqueos de esas zonas; en las calle Quito y 10 de Agosto se sigue interrumpiendo el tráfico por bloqueo de la intersección, y los policías no dicen nada o brillan por ausencia; y esto es recurrente en todas las zonas de congestionamiento de la ciudad. Estamos cansados del conductor vivo o “sapo” que sigue rebasando haciendo tercera fila e invadiendo carril, para llegar primero al semáforo donde el vigilante se hace de la vista gorda, pasando a su lado con absoluto descaro, provocando el disgusto en quienes guardan disciplinadamente su turno. Hemos visto pasar a más de un vehículo rodando sin placas, con películas muy oscuras, a exceso de velocidad, con luces tan fuertes que ponen en peligro a los conductores que vienen en contra, y los encargados de la custodia no hacen nada. Es en estas circunstancias cuando el conductor que ha esperado con paciencia se pregunta por qué él no puede hacer lo mismo si no hay nadie que sancione. Esta falta de respeto y disciplina en el tráfico de la ciudad se contagia a la carretera, y los choferes seguirán burlándose de todos, autoridades, peatones y del tráfico que los rodea.(O)

Gustavo Zevallos Baquerizo, ingeniero, Guayaquil