¿Le parece interesante pregunta para pensar, reflexionar y decidir? ¿Valdrá la pena?

Si considera importante el tema y puede dedicarle unos minutos, o si sus experiencias buenas o malas le provocan curiosidad, continúe la lectura, acompañándome en la reflexión.

¿No le parece que la confianza es algo que se manifiesta desde muy temprana edad?

Actualice en su memoria los gestos de las criaturas que, encontrándose en los brazos de su padre o de su madre aceptaban o no pasar a los de usted, sin intervención de quien las sostenían.

Dura prueba de aceptación o rechazo.

¡Cuánto ingenio se necesita para convencerlas que abandonen la seguridad que gozan e ir hacia lo incierto!

Si se logra es un éxito. ¡Ha confiado en usted!

Pero, si el deseo de retornar se manifiesta habrá que atenderlo de inmediato, so pena de tener un incidente que puede dificultar por largo tiempo una nueva aproximación de ese tipo.

Situaciones así suelen ser útiles para explicarnos que la confianza es algo que se conquista, que es muy sensible, de intensidad variable, que puede aumentar, disminuir o desaparecer y suele ser recíproca.

En este momento de la lectura ya habrán pasado por su mente algunos episodios de confianza y desconfianza que usted ha vivido o visto vivir, en la niñez, en la juventud, en la madurez o en la ancianidad, según el tiempo que ha vivido, así que, con esos ejemplos que se actualizaron en su memoria, podemos seguir adelante.

¿Es o no verdad que entre las personas hay grados de confianza?

¿Está de acuerdo que entre dos personas puede existir total, bastante, más o menos, poca o ninguna confianza?

Las razones para esa gradación son propias de cada ser y a veces nos desconciertan si nos las hacen conocer, porque nosotros no siempre pensamos de igual manera que los demás y nuestros juicios de valor, ciertamente diferentes, nos llevarían a consideraciones distintas.

La confianza existe normalmente entre cónyuges, familiares, parientes, amigos, vecinos, compañeros y correligionarios.

No honrar la confianza que depositan en nosotros es un paso al aislamiento; pues, salvo excepciones, las personas dolidas por los efectos de los actos o de las omisiones que lastiman o rompen la confianza suelen manifestarlo, más o menos públicamente, haciendo que se deteriore la fama de quien la quebrantó.

Por eso si preguntamos: ¿en quién confiar?, nos dan distintas o variadas respuestas que hay que recibirlas según de quién vienen, como enseñaban y enseñan las abuelas, los abuelos, madres y padres.

Y cuando la pregunta que encabeza este artículo se refiere a los políticos, en épocas preelectorales como la que empezamos a recorrer, entonces… ¿qué nos dicen?

Debemos buscar y encontrar maneras de conocer, con la mayor certeza posible, en quiénes se puede confiar y procurar tener juicios de valor propios, justificados y no solamente provenientes de rumores, a veces interesados.

¿Tenemos que preocuparnos de aprender a buscar y encontrar en quién confiar? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)