No es positivo. Hemos de enseñar a nuestros hijos que los derechos van asociados a deberes y responsabilidades, que en este caso conllevan a procrear nuevos hijos o contraer enfermedades de transmisión sexual. No limitar el derecho a solo recibir un montón de información de cómo librarse de esa responsabilidad, sino fomentar la educación en afectividad y respeto entre hombres y mujeres.(O)
Luis Alfonso Moya,
Guayaquil

Bajo ningún motivo el Gobierno debe entrometerse en lo que corresponde a educación sexual, o peor aún de “género”, del estudiantado; eso es exclusivamente responsabilidad y derecho del papá y la mamá del estudiante.(O)
Víctor Ramírez Muñoz,
Guayaquil

Dar derecho por ley a una vida sexual “satisfactoria” y “sin riesgos” a niños y jóvenes inexpertos es estimularlos al peligro, les ponen alas y no frenos hacia las pasiones. “La juventud no fue hecha para el placer, sino para el heroísmo”, dijo Paul Claudel (exdiplomático, exacadémico, expoeta francés). En esta etapa funcionan a todo dar las glándulas endócrinas, elaborando hormonas de fuerza y vigor, no para gastarlas mal en sexo o vicios, sino para usar ese caudal en actos de heroísmo o desarrollo de actividades de desafío físico, espiritual, intelectual, por ejemplo, el deporte. Pero ahora resulta que lo puro es malo y lo impuro es bueno; lo impuro da salud y lo puro enferma. “Ay de vosotros los que llamáis mal al bien y bien al mal, y tomáis la tiniebla por la luz, y la luz por las tinieblas..., han desechado la ley del Señor..., y blasfemado de la palabra del Santo de Israel” (Isaías 5.20, 21,24). Eso es entrarlos a un campo minado del cual salen explosivos que hieren, matan la integridad, causan enfermedades, embarazos no deseados, abortos, adulterio, ansiedad, depresión, promiscuidad, libertinaje... Formación espiritual y moral necesitan los niños, adolescentes y jóvenes para enfrentar la avalancha de malas costumbres que estamos viviendo.(O)
Víctor Criollo Prieto,
Guayaquil

A los que prueban, o no dicen nada, y los que hacen leyes para que chicos de ambos sexos, de 12 a 18 años, tengan derechos a disfrutar una “vida sexual satisfactoria y sin riesgos” y decidir su vida reproductiva, los pondría a practicar primero con sus hijos, nietos, sobrinos; o si se pudiera los regresaría a su niñez para que sean los primeros en experimentar eso.(O)
Rosario Orellana,
Quito