Escena típica en la publicidad de algún destino turístico playero: caída de sol y en primer plano un colorido cóctel, servido en una piña, con una rodaja de naranja, un miniparasol de papel y un sorbete plástico. #SinSorbetePorFavor.

Escena viral de un video de National Geographic del 2015: una tortuga olivácea ahogándose por un sorbete plástico incrustado en su nariz. #SinSorbetePorFavor.

Escena común en las fotografías de limpieza de playas de los colectivos “Mingas por El Mar” o “Mi Playa Limpia”: sorbetes, tarrinas plásticas, sorbetes, botellas de gaseosa desechables, restos de nailon de pesca, sorbetes, cucharas desechables, restos de styrofoam y sorbetes. #SinSorbetePorFavor.

Cada año se usan más de 175 mil millones de sorbetes en el mundo. 175.000’000.000. La mayoría termina en el océano porque son demasiado livianos para pasarlos por clasificadores de desechos reciclables. Y cada uno toma 500 años en descomponerse. Por eso este adminículo plástico se ha convertido en el ícono de la contaminación marina por plásticos desechables.

Cada hora el equivalente a un camión de desechos plásticos es arrojado en el mar. Cada segundo, 1.000 botellas plásticas son echadas al mar. Si seguimos consumiendo plásticos desechables como ahora, para el 2050 habrá más plásticos que peces en el mar.

Seattle, Miami Beach y Malibú ya prohibieron el uso de sorbetes plásticos. Belice, Taiwan e Inglaterra lo prohibieron. Hoteles como Four Seasons, AccorHotels, Marriott International, y algunos operadores turísticos, prohibieron el uso de sorbetes plásticos. Alaska Airlines ya los eliminó en sus vuelos. Royal Caribbean redujo su uso en los cruceros. Incluso McDonald’s (en Inglaterra y EE.UU.) se ha sumado a la corriente mundial For a Strawless Ocean.

¿Y Ecuador?

Los sorbetes plásticos están prohibidos en Galápagos desde mayo de este año. Y el colectivo Círculo Verde presentó hace poco una propuesta de ley a la Asamblea. Una ley para regular el plástico de un solo uso.

Pero ¿por qué esperar una ley? ¿Por qué esperar un decreto gubernamental, acuerdo ministerial, ordenanza municipal, o buena fe de alguien más?

Como sostiene mi tocayo, el embajador del Océano del Ecuador, “cada uno es parte de la solución o del problema. Cada uno pone su granito de arena y ayuda o sigue contaminando”. Es cierto. La decisión es suya: La próxima vez que pida una bebida que sea #SinSorbetePorFavor. (O)