La gestión cultural, en la que participan muchos actores de diversas disciplinas, es considerada en la actualidad como un campo emergente por su rápida evolución, que contribuye al crecimiento económico y desarrollo social de los países.
Como expone Getino, representa a escala mundial uno de los ámbitos económicos más estratégicos en materia de inversiones de capital y el de mayor crecimiento de puestos de trabajo. Este desarrollo o revitalización artística cultural no es un resultado casual o espontáneo, existen algunos factores que contribuyen a un crecimiento acelerado en las últimas décadas, entre los que se pueden señalar: el contexto, los adelantos de la ciencia y la tecnología, la inversión de capitales, la cooperación internacional, la internacionalización de proyectos, las redes culturales y artísticas (tejidos de redes), las políticas de globalización económica, su impacto social, las oportunidades de distribución de bienes culturales, entre otros.
Sin embargo, en nuestra ciudad aún no alcanza un alto impacto debido a varios factores. En un estudio científico que realicé en el año 2011, se listan algunos de los problemas de la realidad, como la falta de confianza hacia la capacidad del sector artístico para emprender y ser parte de la economía, la exclusión de los procesos artísticos en el mercado, la escasa asignación de recursos económicos para la formación, promoción y gestión de elencos, de industrias culturales, entre otros. A esto se suman: la falta de autogestión, la carencia de autonomía, de planes de desarrollo y proyectos investigativos en procesos artísticos culturales, que constituían los factores generales que han influido negativamente en la gestión cultural.
Así también elementos más específicos, como la subvaloración de la práctica artística, y en general con todos los procesos creativos se evidenció cómo artistas, diseñadores y creativos en general tienden a realizar favores sin costo alguno, constituyéndose en un factor totalmente negativo hacia la profesionalización del arte.
Esta subvaloración dificulta los procesos de gestión cultural notablemente para la sustentabilidad del sector artístico, a esto se añade la dificultad en la construcción de valores, confusión de conceptos, funciones, roles y criterios.
El conocimiento del territorio es un punto clave por los factores identitarios y culturales para desarrollar mejores procesos, como los valores morales, estéticos e intelectuales. De ahí la importancia de concientizar que todo proceso creativo tiene una alta carga de investigación, trabajo, tiempo, recursos y esfuerzo que merece ser valorado y remunerado. Todo dependerá de la agencia humana del propio sector cultural si verdaderamente hace respetar su práctica artística, talento o creación, más aún si pretende realizar gestión cultural para la sociedad.
La gestión cultural podría ser un modelo de gestión del futuro. Trabajar no en sectores muy aislados ni muy especializados, sino cada vez más en equipos multidisciplinarios, pluridisciplinares en la necesidad de colaborar en muchos proyectos en los que intervienen tres y cuatro organizaciones con realidades territoriales diferentes, con cooperación internacional y con marcos equitativos diferentes. Debería ser la tendencia para lograr mayor eficacia y eficiencia en los procesos. (O)