El exceso de deuda pública a altas tasas de interés y el desequilibrio fiscal existente no se resuelve con medidas paliativas basadas en expectativas de reacción automática del sector productivo, peor cobijados bajo la esperanza de un inesperado incremento de los precios del petróleo y materias primas. Lo más prudente es otear la evolución del mundo y la humanidad en el largo plazo, entender las oportunidades que beneficiarán en los próximos 20 años a países con los recursos del nuestro, diseñar las estrategias a seguir para nuestra producción exportable y de consumo interno y para el resto de sectores de la economía, junto con una visión estratégica dirigida a disminuir paulatinamente la pobreza e incorporar a la clase media a quienes hoy no gozan de ese estatus elaborando un plan económico sustentado en un pacto social que obligue a respetar su aplicación durante el periodo de vigencia, plan que para el corto plazo contemplaría, entre otros aspectos, aplicar medidas para lograr la corrección de ambos desequilibrios mediante programas de reestructuración de la deuda externa pública a menores tasas de interés y largos plazos; creación de empleo y mejoramiento de la calidad de vida en el agro con programas dirigidos a la renovación y modernización de las unidades productivas de los pequeños y medianos agricultores de productos de consumo interno y exportables; fortalecimiento de la capacidad productiva de pequeños y medianos empresarios con capacidad de generar plazas de trabajo para los habitantes de los sectores pobres de las grandes ciudades; fortalecimiento de las oportunidades para atraer inversionistas locales y extranjeros; participación de las bolsas de Valores locales en emisiones públicas de acciones de empresas que requieran financiación para su crecimiento, previa eliminación de la solidaridad de los accionistas sobre las obligaciones de las sociedades, eliminación del impuesto a la salida de capitales, creación de políticas impositivas apropiadas y otorgamiento de seguridad tributaria y legal. El resultado de la aplicación de los programas de Renovación y modernización de las unidades agrícolas y fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas será el crecimiento del empleo directo e indirecto por el beneficio de la cadena virtuosa de estas actividades que por la naturaleza de sus procesos productivos, consumen productos y materiales manufacturados localmente, equipos y maquinarias importadas y servicio de transporte.

En el corto plazo, estas anotaciones no serán posible sin acudir a la consulta, asesoría y colaboración del Fondo Monetario Internacional, ejerciendo nuestro derecho de país miembro de esa entidad multinacional creada, entre otros países, con la participación de China, Unión Soviética y naciones de la antigua Cortina de Hierro, con los objetivos de promover la cooperación monetaria internacional para el equilibrio monetario mundial, proveyendo medios de consulta y colaboración para solución de problemas monetarios de los países; facilitar la expansión y crecimiento balanceado del comercio internacional, contribuir a la promoción y mantenimiento de altos niveles de empleo e ingresos reales y el desarrollo de las fuentes de producción de todos los miembros como objetivo fundamental de las políticas económicas; y, el Banco Mundial, brazo financiero del FMI, creado para canalizar dinero para proyectos de inversión, especialmente para los países en vías de desarrollo.

Únicamente con planes estratégicos de largo plazo enfocados en el crecimiento sostenido de la economía y la eliminación paulatina de la pobreza que logre mayor equidad en la población podremos aspirar a una patria libre de las imposiciones de gobiernos populistas empeñados en crear un “paraíso” en el que su dirigencia viva como emperadores y el resto de la población subsista perdiendo su libreo albedrío, incluyendo la libertad de expresión y comunicación. (O)