Vivimos un drama humano y de país. Periodistas, con los cuales somos cercanamente solidarios, secuestrados y asesinados porque cumplían su deber, porque la información libre es un grave riesgo para delincuentes que defienden enormes negocios. No nos había sucedido esto, que ha sido moneda común en otros países del continente. Hay que actuar sin vacilación.

Todo proviene de un hecho central: la ilegalidad del negocio de las drogas. El mundo tomó esta decisión probablemente con la mejor intención para preservar a la población de esta plaga. Pero se lo hizo también con la peor lógica de la vida real: todo lo ilegal alcanza dimensiones incontrolables y genera recursos ocultos enormes que, por su naturaleza, solo pueden ser manejados por mafias de alta peligrosidad. Se lo vio en la prohibición del alcohol en los Estados Unidos y mil otros ejemplos.

Se estima que la droga mueve entre 500 mil millones y 1 billón de dólares anuales, porque los precios se multiplican más de 150 veces entre la finca en América Latina o Asia y los centros de consumo. Es un mercado donde la oferta se inicia en las fincas pobres y la demanda está en los consumidores de países ricos. Y ese ciertamente es uno de los grandes problemas: unos ponen los muertos, otros procesan el dinero.

La solución de ilegalidad y represión hasta ahora utilizada ha fracasado, lo vemos a diario. Muchos presos, incluyendo algunos capos (pero se reemplazan unos a otros y el juego no termina). Mucha gente atrapada en el vicio. Mucha violencia y corrupción que corroe las estructuras sociales e institucionales, creando ya algunos narcoestados en el mundo.

¿Solución? Legalizar el mercado (algunos hablan de liberar 100%, otros de mantener cierto tipo de regulaciones básicas, no prohibiciones). No hay ninguna duda de que los precios caerían decenas de veces y los enormes recursos de la ilegalidad desaparecerían, se tornaría un mercado “normal”. Por ende, caería toda la cadena de violencia destructiva. ¿Por qué no se lo hace entonces? Quizás, dicen unos, porque hay demasiados intereses en juego… ciertamente puede haber algo de eso en algunas partes. Quizás, dicen otros, porque la economía mundial colapsaría sin estos movimientos, lo cual es un gran error de comprensión económica: los recursos reales y monetarios (gente, inversión, creatividad, dinero) se desplazarían hacia otras actividades más útiles, ningún colapso a la vista, no caigamos en ese temor. Yo creo en una explicación más simple: por un lado, no es fácil coordinar acciones mundiales para que todos estén dispuestos a tomar al mismo tiempo esta decisión, y por otro lado, hay el temor a equivocarse. ¿Equivocarse? Sí, que desaparezca la ilegalidad, pero de repente se masifique el consumo de drogas y surja un enorme problema de salud pública (mayor al que ya existe). Y ciertamente es el desafío: destinar recursos a una mejor información, y atención de salud preventiva y hospitalaria, no se puede dejar a la gente botada en el aire… pero es un desafío de una dimensión infinitamente menor a lo que hoy vivimos. Debe desaparecer el temor a equivocarse, liberalizar es la decisión correcta. (O)