El feminismo de Simone de Beavuoir es totalmente miope, presenta a la mujer que no necesita del hombre y ataca a lo más profundo del ser femenino, la maternidad, el servicio desinteresado, y pone las bases de un mal llamado feminismo que va contra natura, pues desarraiga lo más profundo de su ser.
El padre José Kentenich fundador del Movimiento de Schoenstatt, presenta en su descripción a la mujer, “como imagen de Dios”, como persona que ama, que piensa, que actúa y refleja a Dios. Es decir, imagen de un Dios en su entrega desinteresada. El servir desinteresado como don natural de la mujer, como potencia de la mujer, la convierte en un reflejo de Dios fuerte, de Dios que es amor. En nuestra época actual en la que existe una total confusión, se habla de los derechos humanos; nos olvidamos del derecho básico: ¡devolver a la mujer el derecho de ser mujer! Esto no quiere decir que no trabaje, que no sea profesional, que no sea madre; sino que sea mujer. Ser mujer es una misión....
La mujer es riqueza de sentimientos, tacto y tino, cercanía, entrega, ternura, tendencia a lo maternal; es la conciencia de la responsabilidad por la vida física y espiritual de otros; es un amor creativo que gesta vida en otros, un amor que es entrega desinteresada.
Lo que nunca debe dejarse arrebatar la mujer es el altruismo, velar por la vida del otro con magnanimidad sin mirar lo que se recibe, esto significa desinterés en el pensar, sentir y actuar. La relación con la vida, el contacto con la vida, conocimiento de las personas, de sus necesidades, de sus carencias, de sus talentos. La intuición, por ese contacto con la vida, desarrolla un sexto sentido para percibir la realidad. Capacidad, disponibilidad y alegría en el sufrimiento, en vez de esquivar, el signo de muerte lo transforma en signo de vida. La misión específica de la mujer es cambiar el rostro egoísta de nuestra sociedad, es ser personal, creadora de familia, acogedora, ser nexo de unión. No podemos soñar con un cambio para la mujer volviendo al pasado, sino que tenemos que trabajar en las familias con nuestros niños, hijos, formándolos en los valores intrínsecos; a la mujer, siendo mujer con el derecho de ser mujer para la época actual, y al hombre con el respeto a la mujer, conservando sus naturalezas que los hará seres complementarios sin confusiones dadas por ideologías que solo conseguirán destruir a la especie humana, si no se pone un alto rotundo. (O)
Eleana Endara Borja, ingeniera comercial, avenida a Samborondón