Soy madre de un niño de 3 años diagnosticado con autismo a los 18 meses, desde esa fecha se encuentra realizando diariamente terapias para mejorar su condición de vida y ha avanzado mucho, incluso sabe cosas que un niño de su edad no las sabe; su problema está en comunicarse con su entorno.

He sido testigo que en el país se han realizado muchos avances con la creación de leyes que hacen respetar los derechos de las personas con discapacidad, se realizan marchas en contra de la discriminación y fomentando la inclusión, están trabajando en las escuelas para terminar el abuso, “bullying”, entre compañeros. Bajo esta premisa pensé que al buscar una escuela para que mi hijo ingrese a educación inicial era solo cuestión de que vea cuál se ajustaba a sus necesidades y esté en capacidad de cumplir mis expectativas.

Visité siete escuelas para poder escoger el mejor lugar para mi hijo, todas me dieron información sobre requisitos y valores de matrícula y pensiones, mostrándose interesadas por un ingreso más, sin embargo, al comentarles sobre la condición de mi hijo me cambiaban el discurso, indicándome que para niños especiales el proceso de la selección comenzaba en octubre o diciéndome que no admiten niños con condiciones especiales.

Sentí que se me acababa el mundo, él recién va a iniciar su vida escolar y le cierran las puertas por ser diferente, aun explicándoles que acudiría con su tutora. Pensé que si esto se le presenta al solicitar cupo para el preescolar, qué puedo esperar que le depare esta sociedad a medida que vaya creciendo.

¿Para qué sirven leyes o campañas de inclusión de personas con discapacidad si cuando nos toca trabajar con ellas no las aceptamos o les ponemos condiciones exigentes para que no las puedan cumplir?

¿Si son las autoridades de unidades educativas que discriminan a los niños con discapacidad al no concederles un cupo para que se puedan preparar e integrarse a la sociedad, qué se puede esperar del resto de ciudadanos?

Hago un llamado a los que tienen a su cargo la formación de nuestros hijos para que inculquen la tolerancia, respeto y comprensión para que esta sociedad sea en realidad más inclusiva.(O)

Karen Michelle Gonzaga Muñoz, economista, Samborondón