Existen en la región programas de prevención y reducción del uso de alcohol, tabaco y otras drogas. En nuestro país no se trata de que sectores privados y públicos realicen programas preventivos para trabajadores adultos, sino que funcione la prevención y educación antes de los 7 años de edad.

Los trabajadores adultos que son adictos deben ser internados para su desintoxicación y romper hábitos, pero bajo su consentimiento, con el apoyo real de los sectores públicos y privados para no perder el trabajo mientras están en rehabilitación, y les ayuden contra la estigmatización de la sociedad. Por otro lado, en Guayaquil y otros lugares es fácil ver cómo se persigue a los ciudadanos que venden en la calle huevitos de codorniz, duraznos, etcétera; pero al que se droga, defeca, orina en vía pública no le ponen atención. En Ecuador no existen adecuadas infraestructuras para recibir porcentajes significativos de consumidores de alcohol, drogas, tabaco. Para una persona de clase media que es adicta al alcohol, es difícil pagar en un centro de ayuda tipo internado, por decir 1.500 dólares mensuales, por un programa básico de seis meses de terapia; peor aún es para un consumidor que no tiene recursos económicos. Puede ser importante utilizar parte de los impuestos a los tabacos y al alcohol tanto de venta nacional como de importación, y canalizarlos en montar centros de salud para la desintoxicación de todo tipo de drogas. No son suficientes ciertos tratamientos ambulatorios intensivos, dado que las personas recaen de la noche a la mañana. Por otro lado, los centros clandestinos de rehabilitación combinan “métodos” a base de “religión”, látigos y encadenamientos, etcétera.

Lo que sucede en materia de prevención del consumo de drogas, equivale como hacer una campaña de repartir folletos y no tener sitios especiales muy profesionales disponibles para las personas. La estrategia es estéril. Estamos a tiempo de corregir y dar ejemplo mundial sin tener que copiar a otros países que han fracasado en planes de erradicación del consumo de drogas de sus habitantes.(O)

Gunnar Lundh Iturralde, licenciado en Periodismo, Guayaquil