Al mural Milagroso altar blasfemo se le permite ubicarse en el Centro Histórico de Quito. Me intriga ¿por qué en una ciudad cuyo patrimonio cultural está enriquecido de iglesias católicas donde hay millones de fieles, se autoriza a unos cuantos a que se burlen públicamente de la imagen de Cristo y de su Iglesia?

Caricaturas de Cristo y la Virgen, entre otras, describen blasmefias. A los momentos que son de tanta agonía de Jesús, le reemplazan la cruz por penes, de la forma más grotesca y peyorativa.

¿Es arte? ¿Es libre expresión? ¿O es un insulto a lo más sagrado para muchos quiteños y ecuatorianos? ¿Es cultura o bajeza? ¿Construye o destruye? ¿Contribuye a la armonía de los pueblos o incita al odio? La causa noble y urgente de la erradicación de la violencia a la mujer es utilizada como excusa para insultar y blasfemar. ¿Qué transmite este mural a la mayoría de las personas que lo ven?, ¿inspira en el que lo ve un sentimiento de defensa a la mujer agredida o inspira desprecio y negativismo a la causa que lo “inspira”?, ¿realmente ayuda a la causa o la descalifica?, ¿cuál es la verdadera intención? La duda es razonable, ya que es absurdo pensar que una muestra pública de insultos a la fe cristiana iba a generar reacciones positivas en la población de nuestro país, e iba a ayudar al consenso y unión que es tan necesario para hacer cambios positivos y duraderos en una sociedad. En cambio, la muestra lo único que ha hecho es dividir y desviar la atención hacia otro lado, ya que personas como yo estamos utilizando nuestras energías y acciones para defender nuestra fe, mientras otro grupo está gastando sus energías y acciones en defender el mural. Entonces, la incógnita sigue.

Las autoridades que están detrás de esto ¿tienen la suficiente habilidad para mantener la convivencia pacífica entre el pueblo y para representar su sentir? Lo único que tengo claro es que no volveré a votar por ellos.(O)

Duval Walter Molina Alcívar,
Programador de Sistemas, Guayaquil