Estamos en el mes del amor, la amistad y de elecciones. Tiempo especial para poner a funcionar aquellos nobles sentimientos con los que nos identificamos como seres humanos.

En todo lo que nos toque emprender debemos pensar en la justa dosis de amor, porque el amor enciende la llama de la pasión para alcanzar el éxito y la paz. Los hombres y mujeres de éxito identifican a la pasión como el pilar fundamental para el logro de sus más altos objetivos. Ser apasionados honestos en el enfoque de los planes y apasionados honestos al ponerlos en acción. La historia registra a muchos “líderes” que perdieron la oportunidad de retirarse con el amor de sus pueblos, al abandonar la línea del amor en la realización del bien común. Líderes empresariales, políticos, religiosos, que equivocaron el camino de la realización humana a través de obras que trascienden el tiempo y el espacio, por caer en la trampa mediática del beneficio personal. Por eso es importante aislarse del ruido ensordecedor de los halagos de los “cercanos”, quienes los empujan al abismo del fracaso. Aquel que piensa, razona, que es tá libre de ruidos, conoce el valor del tiempo y de las buenas acciones; por eso el dicho popular que reza: ‘Obras son amores y no buenas razones’.

No se tiene que malgastar el tiempo porque este no perdona, te abandona, te debilita y te elimina. Solo aquella persona que asuma sus responsabilidades con amor podrá hacer y trascender. Cuando se retire tendrá como recompensa el afecto colectivo. Tal como apreciamos ahora con el expresidente uruguayo José Mujica, hombre que amó intensamente a su pueblo y supo aplicar puntualmente aquel adagio: ‘Cuando el poder del amor supere el amor al poder, el mundo conocerá la paz’; por lo pronto, él vive sano y en paz. La política tiene un amor especial y es “el amor pirata” que sabe a miel y huele a trampa. ¿Lo identificaron?, es el tema de un bolero, muy apropiado para la fecha: “... Es un amor en fuga, en equilibrio por el filo de las culpas…, y puede llevarnos de cabeza al mismo infierno. Qué clase de amor, sabe a miel y huele a trampa”. (O)

Fernando Naranjo Villacís, periodista, Guayaquil