Aunque me encontraba fuera del país asistiendo a un congreso de mi profesión, he seguido las noticias del Diario EL UNIVERSO sobre los atentados terroristas en París, Francia.

Es verdad que siempre han existido hombres fanáticos antisistemas, o desequilibrados mentales que por cualquier causa, sea de tipo político, religioso, monetario, hacen las atrocidades que todos hemos visto y leído por las noticias. Pero no podemos olvidar que todas las personas nacen en una familia, y no se nace predestinado para el bien o para el mal; hay el influjo de una educación en el hogar, de unas costumbres, de la formación recibida en casa y el colegio, las amistades, etcétera. Por eso, qué importante es preguntarnos si en cada familia le damos el valor en calidad y cantidad de tiempo a nuestros hijos, y si los formamos para que sean antes que nada buenas personas, hombres y mujeres de bien, buenos ciudadanos, si les impartimos valores y virtudes, también la fe y el amor a Dios.

A veces con una visión superficial, se dice que la religión es causa del fanatismo y la violencia, y hay casos en la historia que sí ha sido así, pero quien se encuentra con Dios, con sinceridad de vida y vive su fe a cabalidad poniendo en práctica las enseñanzas de Jesús, se vuelve un hombre, una mujer, de bien; tolerante y comprensivo. Dios, que es el Sumo Bien y la bondad, es también Dios de paz.

Leí un escrito de un santo actual, san Josemaría Escrivá, quien decía: “... estas crisis mundiales son crisis de santos”, es decir, de personas que buscan el bien. Por eso, estas noticias nos deben hacer pensar: si somos constructores de paz en el lugar donde nos ha tocado estar; si somos constructores de puentes de entendimientos; si evitamos los chismes y las calumnias; si desterramos las envidias, los rencores y odios; si sabemos ayudar a nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo; si cumplimos con honestidad nuestro trabajo...; porque de ese modo, se contribuye al bien de la sociedad. Todos podemos hacer algo de bien a nuestro alrededor, de este modo el mundo será mucho más fraterno y solidario.(O)

Adalberto Vizconde Campos, ingeniero civil, Guayaquil