Mi madre era campesina y analfabeta, pero era muy buena. Mis hermanos dicen que nunca la vieron irritada. La madre siempre siente un afecto desbordante, protege, da confianza y unión a lo largo de la vida, por eso los hijos somos más felices cuando nos rodea una atmósfera afectuosa.
Los niños de menos de dos años pueden demostrar generosidad si tienen la posibilidad de hacerlo. Están dispuestos a compartir cosas y esto les da placer, los hace felices. Las emociones positivas como el amor, la alegría y la generosidad tienen beneficios para la salud. Por el contrario, el sentimiento constante de temor, ira, odio, resentimiento, egoísmo, consume el sistema inmunológico. Las actitudes que favorecen la compasión, la tolerancia, la paciencia, el perdón, entre otras, la espiritualidad, no están en conflicto, son alternativas de la verdad y la felicidad. Me impresionó Nelson Mandela, era un hombre libre de resentimientos hacia quienes lo tuvieron encarcelado. (O)
Alcides Maldonado Mata,
Playas