Nuestro invitado
Byron Villacís

El INEC comete tres equivocaciones con la nueva clasificación de subempleo. La primera es que inventa una categoría con claras connotaciones de juicio de valor: definir un trabajo como “adecuado” o “inadecuado” les va a traer más problemas que beneficios. Por ejemplo, según su nueva clasificación una empleada doméstica sin afiliación al Seguro Social que gana el mínimo está ahora “empleada adecuadamente”. Es decir, algo ilegal ahora es adecuado. Otro ejemplo es el trabajo infantil: un niño que trabaja en el mercado, que gana más de 13 dólares al día es clasificado como “trabajo adecuado”, así sea injusto, ilegal y antiético, ahora para el INEC es “adecuado”. Otro ejemplo es una niña obligada a prostituirse pero que responde la encuesta frente a su victimario: dirá que gana más del mínimo, dirá que trabaja lo suficiente y dirá que quiere cambiarse de trabajo. Ahora es “empleada adecuada”. La estadística oficial debe ser muy cuidadosa en no implementar cambios al apuro, debe evitar juicios de valor, debe razonar con varios actores institucionales cuál es el significado de una nueva categoría. Es evidente que quien se inventó este término no conoce la connotación histórica de la palabra subempleo, no conoce que la explotación laboral no viene dada solo por lo monetario (inseguridad, falta de garantías, explotación física, sexual, psicológica), no conoce la teoría del trabajo ni las relaciones históricas capital-trabajador, no conoce cómo se discutió por décadas la formalización de la precariedad laboral en torno al subempleo.

Ahora bien, han dicho que el cambio está respaldado por la OIT. Esa es mi segunda crítica, porque eso es falso. Revisando detalladamente las cinco resoluciones de la 19ª Conferencia de la OIT que es citada por el INEC, en ningún momento se norma o discute sobre el trabajo “adecuado”. Al contrario, hay avances en otros temas fundamentales como el trabajo digno, algo que el Ecuador debe medir urgentemente y no hay avances al respecto, no por normativa internacional sino por coherencia política. Lo que ha hecho el INEC es una interpretación basándose en un consultor, creando una categoría que puedo afirmar con seguridad no será aprobada –bajo ese nombre y definición– en ningún otro país del mundo.

Dicho sea de paso, el único órgano oficial para especificar normas de estadísticas de trabajo es la Conferencia. Un consultor, especialista, experto, por hábil que sea y por afiliado que esté a la OIT no representa voz oficial. El único documento oficial de la OIT es la Conferencia y ahí no existe algo sobre la categoría inventada por el INEC. Un consultor es libre de opinar lo que quiera, pero el documento oficial es la resolución de la Conferencia y esta no discute siquiera el trabajo “adecuado”. Este proceso debió llevarse con calma, presentando propuestas ante Comisiones de Estadística, si es que hay un informe de consultores especializados debían ser públicos antes de cualquier definición: hasta hoy no hay informe ni es público.

En el 2007 cuando discutimos la nueva metodología de desempleo llevamos a cabo largas, complejas y hasta conflictivas reuniones para definir cómo mejorar la encuesta. Hay documentos interinstitucionales que respaldan un hecho simple: la política pública se hace deliberando, discutiendo con los usuarios y en especial la estadística publica debe ser transparente en el proceso de construcción. Eso es lo que la legitima. Ahora bien, será muy válido el contraargumento de que no necesitamos a la OIT para crear nuestras categorías. Eso es cierto, pero entonces no es correcto mencionar que la OIT respalda algo que no ha discutido.

Y desde ahí arranca mi última crítica: era más fácil mejorar la métrica de subempleo generando subcategorías de subempleo que sean subdivisiones del concepto original. Así no rompían la serie y no incluían juicios de valor contradictorios con la ley del Ecuador. Simplemente tenían que “oficializar” que puede haber subempleos por ingreso, subempleos por insuficiencia de horas y subempleos por insatisfacción laboral. La suma de los tres podía ser el original subempleo y se acababa el problema. Gracias al nuevo cambio solo un experto logrará interpretar entre empleo adecuado, subempleo, inadecuado, remunerado, informal, ocupado pleno, entre otros. Vamos a tener que gastar en otros consultores para desenmarañar lo que hizo el otro consultor: kafkiano.

Dicho sea de paso esta subclasificación que “propongo” ya estaba hecha y hasta Senplades la estaba usando. Podían mejorarla y evitar la confusión, pero ya es muy tarde.

Por último, me ha llamado la atención algo que asumo es un desliz por parte de las autoridades. Argumentan que era necesario cambiar porque cuando comparaban con Colombia o México nuestro subempleo era “muy alto”. Bajo ese criterio cuando a las autoridades les parezca “muy alto” algún otro indicador habrá que cambiarlo. ¿Habrá que pensar en “informalidades adecuadas”, “pobrezas adecuadas”, “ilegalidades adecuadas”?

El INEC debería modificar el término “adecuado”, está a tiempo; pero más que todo debe avanzar al ritmo de las verdaderas problemáticas del país: ¿cuánto avanzamos y cuánto no en el cambio de matriz productiva?, ¿cuál es nuestra inequidad más allá de ingresos?, ¿el país avanza o no con emprendimientos?, entre varios otros. Debe evitar el clásico error de que se cambia un indicador porque no nos gusta la estadística. La estadística no se trata de esa forma. La estadística responde a un concepto, y solo cuando el concepto tiene un antecedente, un marco teórico, una discusión y un análisis, solo entonces se debe considerar un cálculo estadístico. No al revés. Lo que legitima una estadística es la transparencia en el proceso, no la oficialización de un resultado.

El INEC debería modificar el término “adecuado”, está a tiempo; pero más que todo debe avanzar al ritmo de las verdaderas problemáticas del país: ¿cuánto avanzamos y cuánto no en el cambio de matriz productiva?, ¿cuál es nuestra inequidad más allá de ingresos?, ¿el país avanza o no con emprendimientos?, entre varios otros.

* Exdirector del INEC