El IESS es sin duda una de las más importantes instituciones públicas nacionales que prestan un enorme beneficio a los afiliados y a los pensionistas, y en general al país a través de los servicios de salud y de facilidades para la construcción de viviendas.
Por ahora no me referiré a este último asunto, soluciones habitacionales como se suele decir, sino al de la sanidad que tiene dos vertientes: los hospitales y clínicas por un lado, y las consultas médicas por otro, siendo ambos servicios complementarios y a veces concurrentes.
El IESS como institución, ahora más que antes por haberse ampliado el servicio hacia ciertos parientes del afiliado, ha sido siempre deficitario en casas de salud y en oferta de atenciones, a tal punto que los usuarios han debido hacer cola para acceder a ellas, llegando hasta el bochorno de disputarse una cama vacía, por lo que con buen criterio celebró convenios con empresas particulares pues eso era lo que correspondía: si no tengo instalaciones suficientes y necesito dar servicio, contrato a terceros para que lo hagan en un tema vital que no admite postergaciones.
Eso ha sido bien visto por todos, pero para que ese convenio no se empañe, los emolumentos debe pagarlos el IESS con puntualidad pues de otra manera quienes van a padecer nuevamente son los usuarios, como ya lo ha manifestado la asociación de hospitales –o como se llame– por medio de un comunicado público.
Por supuesto que el IESS tiene todo el derecho para auditar los valores que las instituciones privadas están demandando, ya que el abuso es una costumbre cuando no se establecen controles, pero lo que se pide es mayor celeridad en beneficio ciudadano.
En la otra vertiente, la relacionada con las consultas médicas, no acabo de comprender por qué se ha vuelto un tema insoluble, pues conozco que hay personas que solicitan una consulta durante varios meses sin conseguirlo (en el caso desde marzo y pasado mañana será junio) cuando es de fácil arreglo, bien sea contratando un mayor número de especialistas o haciendo lo mismo que con las clínicas, es decir, celebrando acuerdos con médicos particulares para que presten servicios a los afiliados que no pueden ser atendidos por los galenos de planta del IESS, también bajo los pertinentes controles y auditoría.
Si los afiliados y los pensionistas son los dueños del IESS y si el hombre es el centro de todo lo que mueve al Estado, sigo sin comprender por qué no se resuelve un problema que motiva quejas en todo el país y que debe ser lo prioritario para la entidad.
Ojalá que la nueva directiva del IESS actúe con inteligencia y sensatez, que bien la necesita un organismo tan importante y sus millones de beneficiarios.