Nuestros corazones rebosan de solidaridad, ternura, unión, fe; la humanidad toda con amor recuerda el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Escuchar y cantar hermosos villancicos nos hace entrar en profunda reflexión. Uno de ellos, Noche de paz, es una de las canciones navideñas más cantadas a lo largo y ancho del mundo, y cuya inspiración no se debe a ningún compositor famoso, sino al sacerdote católico Joseph Mohr (1792-1848) y al maestro escolar Franz Gruber (1787-1863), ambos del pueblo austriaco Oberndorf, que pusieron, al componerlo, su corazón y buen gusto, en 1818. La letra fue escrita por el sacerdote y la música fue inspiración del maestro. La iglesia en la que nació esta canción ha sido casi destruida, solo quedan una torre y unos ventanales que son contemplados por sus coterráneos y turistas que visitan el pequeño pueblo austriaco; pero el aula del maestro Gruber se conserva como estaba cuando él vivió y en ella siguen estudiando y haciéndose hombres los pequeños vecinos del pueblo.
No pasa ninguna Navidad sin que los pequeños alumnos que hoy asisten al aula del viejo maestro Gruber se reúnan y entonen la canción que ha hecho al pueblo conocido en todo el mundo. El retrato del maestro cuelga en una pared del aula, siempre tiene flores frescas que los niños se encargan de que no falten jamás.
Cualquiera que sea la época en que el visitante llegue a Oberndorf, siempre escuchará esta inmortal canción navideña. Con todo mi corazón, les deseo una feliz Navidad, hermanos ecuatorianos, y que el Padre Celestial ilumine siempre nuestro sendero y nos acompañe con su Santo Espíritu.
Víctor Carlos Bastidas Morán
Guayaquil