Me consultaron hace poco sobre la polémica causada entre el Gobierno y el Municipio de Guayaquil respecto del futuro del puerto de Guayaquil. Sin entrar en los dimes y diretes de ambas partes, reitero –tal como lo hiciera antes– que ambas propuestas me parecen insuficientes.

El Municipio depende de dos puntos frágiles: el dragado del canal que comunica a las instalaciones portuarias existentes y el proyecto del Puerto de Aguas Profundas de Posorja, que ha dormido década y media, desde que se lo incluyera en el Plan de Desarrollo Urbano de la ciudad.

Por su parte, el Gobierno apuesta por un futuro puerto de aguas profundas, de cuya ubicación solo se ha dicho que estará entre General Villamil Playas y Chanduy, lo cual aún suena impreciso y precipitado.

Sería interesante que los involucrados de ambas partes revisaran un mapa del cantón Guayaquil y notaran las maravillosas condiciones geográficas que tenemos para poder realizar no solo un nuevo puerto o muelle, sino un plan regional de desarrollo portuario en el Golfo. Posorja no es el único punto de salida al mar que tiene nuestro cantón; existen muchos. Si miramos con atención, notaremos aquel polígono conformado por Guayaquil, Posorja, la isla Puná y Tenguel, y notaremos que el cantón Guayaquil es el Golfo de Guayaquil. Por ende, se podrían realizar estudios para desarrollar varios proyectos graduales en la región, que complementen las instalaciones existentes.

El puerto de entrada de mercadería debería estar en Puná. Es muy probable que las condiciones geográficas de la isla permitieran la construcción de un puerto apto para el atraco de barcos Post Panamax, en caso de requerirse. Adicionalmente, Puná permitiría utilizar la hidrografía del golfo como una red de navegación de mediano calado, capaz de trasladar diferentes tipos de carga en un área que abarcaría desde Guayaquil hasta Puerto Bolívar. No existe estudio alguno en el país que demuestre que el tráfico naviero en mediana escala es más caro que el transporte pesado por carretera; y sin embargo podemos decir a su favor que elimina congestionamientos de carreteras y ciudades, no significa costos en construcción y mantenimiento de carreteras y representa un menor índice de contaminación. No por nada es una de las alternativas utilizadas en puertos como Hamburgo o Rotterdam.

Este plan regional de desarrollo portuario abriría otras puertas para el largo plazo, que integrarían aún más al país. Podría desarrollarse en Durán una terminal de transferencia de carga, que permita pasar contenedores de las barcazas al sistema del ferrocarril (otro sistema de transportación eficiente cuando se lo usa para algo más que pasear turistas). Paralelamente, no cabe duda de que Tenguel cuenta con el potencial para desarrollar una terminal portuaria, que permita el traslado de mercadería hacia el austro ecuatoriano.

Todas estas posibilidades, que no han sido siquiera consideradas por los responsables de la materia, demuestran el abandono en el que está el Guayaquil rural del golfo. Quizás detrás de aquel discurso autonomista se esconda en verdad un centralismo local, contradictorio y caprichoso, que desconoce de las bondades geográficas existentes más allá de los límites urbanos.